A Luis le dieron el privilegio de predicar una vez al mes en la iglesia. Hasta ahora, había colaborado en la congregación recibiendo a los hermanos en el culto y visitando a aquellos que tenían necesidad o que no habían venido durante algún tiempo. A veces compartía una breve reflexión a modo de devocional para animarlos en la fe, y oraba por ellos.
Los ancianos de la congregación, viendo su disposición y buen testimonio, decidieron darle la oportunidad de “estrenarse” enseñando en los cultos principales. Pero no se tomaron el tiempo de enseñarle a preparar un sermón. Esto ya no se trataba de hacer una breve reflexión… ¡ahora serían 40 minutos! Por otro lado, no se esperaba una meditación corta sobre unos pocos versículos, ¡había que enseñar con más profundidad!
Esta historia es más habitual de lo que parece. Y cuando estamos en esta situación, hacemos preguntas como: ¿Qué texto voy a predicar?, ¿qué voy a enseñar de ese texto?, y ¿qué quiero que se lleven los oyentes a casa? Pero hay un par de preguntas que considero aún más importantes y a veces olvidamos: ¿Qué significa predicar centrados en Cristo? y ¿cómo puede alguien como Luis aprender a hacerlo?
Definiendo la predicación centrada en Cristo
Predicar no es solo seguir un conjunto de pasos para una mejor retórica a la hora de exponer algo acerca de la Biblia, sino que va más lejos.
La predicación bíblica busca edificar al oyente y, por la Palabra de Dios, traer convicción de pecado para arrepentimiento y fe (Ro. 10:17). Busca enaltecer a Dios, ya que los cristianos, como hijos de Dios, debemos procurar Su gloria (Ef. 1:5-6). En la presentación del mensaje bíblico debemos ser fieles a esto, llamando a las personas a la fe mientras exaltamos a Cristo.
La predicación centrada en Cristo lo presenta a Él como el fundamento para la transformación de nuestras vidas
Por tanto, la predicación cristocéntrica es aquella que busca elementos redentores en el texto bíblico que son aplicables a la “condición de caída” expuesta en el sermón.[1] Bryan Chapell explica la condición de caída como “la condición humana que los creyentes contemporáneos comparten con aquellos a quiénes, o acerca de quiénes, se escribió el texto; el pueblo de Dios necesita la gracia del pasaje para poder glorificarlo y gozar de Él”.[2]
Un ejemplo de esto sería predicar un sermón sobre el pecado de David y Betsabé en donde el enfoque en la condición caída evidencie que nosotros tenemos la misma lucha que tuvo David en su corazón, para luego resaltar cómo el evangelio responde a la condición de pecado presente en nosotros y que el texto expone. La predicación centrada en Cristo lo presenta a Él como el fundamento para la transformación de nuestras vidas.
Principios de la predicación centrada en Cristo
Estos son tres principios de la predicación cristocéntrica que necesitamos tener en cuenta:
En primer lugar, la predicación centrada en Cristo implica ser cuidadosos en el uso de la Palabra de Dios. No todos los mensajes “basados” en las Escrituras son cristocéntricos. La predicación que alegoriza pasajes bíblicos o simplemente resulta moralista es muy común y, a pesar de que parece fundamentarse en la Biblia, en realidad impone nuestras ideas humanas al texto.
En 2 Timoteo 3:16-17 leemos que: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”. La Palabra que predicamos proviene de Dios. No es un juego, no son mis palabras, no se trata de interpretar a mi conveniencia; es la Palabra de Dios y un día daremos cuenta de cómo la exponemos (Ro. 14:12).
En segundo lugar, predicar centrados en Cristo implica aplicar a nuestra audiencia los principios de redención en el texto. En otras palabras, implica mostrar cómo el pasaje que predicamos habla del evangelio o apunta a él en el contexto de la historia de la redención, y aplicar este mensaje a nuestras vidas. Para eso debemos tener en cuenta tres pasos:
- Identificar los principios redentores en el texto bíblico (la forma en que el texto señala al evangelio o lo muestra).
- Determinar la aplicación de esos principios en el contexto de los lectores originales.
- Aplicar los principios a nuestros oyentes actuales.[3]
La predicación centrada en Cristo da esperanza a quienes buscan consuelo en un mundo dominado por el castigo y la culpa
En tercer lugar, la predicación cristocéntrica implica comprender su efecto en los oyentes. A través de esta predicación, podemos exponer el amor de Dios hacia nosotros mostrado en la cruz, y cómo ese amor produce una respuesta en nosotros hacia Dios de forma recíproca, que nos empuja a obedecer de forma sincera. No es el sentimiento de culpa, el remordimiento, o temor al castigo lo que mueve a los oyentes a responder en obediencia a lo que Dios hizo en la cruz, sino el amor de Dios revelado allí.
¡Prediquemos centrados en Cristo!
La predicación cristocéntrica no es simplemente un método. Se trata de buscar la obra transformadora de Cristo a lo largo de la Biblia, en las historias, mensajes y personajes, y comprender cómo Dios proveyó en Cristo todo lo necesario para redimir a aquellos hombres creyentes mencionados en la Biblia… y también a nosotros. Esta predicación transforma vidas y da esperanza a quienes buscan consuelo en un mundo dominado por el castigo y la culpa. La gracia de Dios es el mensaje que todos necesitamos escuchar.
Nuestro amigo Luis aún tiene mucho por aprender sobre predicación y puede aprovechar recursos prácticos y, por supuesto, seguir cultivando su propia comunión con Dios. Sin embargo, si Luis abraza la predicación centrada en Cristo, mientras estudia la Biblia y depende del Señor en oración, ya tiene lo necesario para predicar sermones que exalten a Jesús.