Este es un fragmento adaptado del libro La teología bíblica: Cómo la iglesia enseña fielmente el evangelio (Poiema Publicaciones, 2019), por Nick Roark y Robert Cline. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.
La teología bíblica es una forma de leer la Biblia como una historia escrita por un Autor divino que culmina en quién es Jesucristo y en lo que ha hecho, para que cada parte de las Escrituras sean comprendidas en relación a Él.
Esta forma de leer la Palabra nos ayuda a entender la Biblia como un gran libro compuesto a su vez por un montón de libritos que narran una gran historia. Desde la primera hasta la última página, el Héroe y eje central de esta historia es Jesucristo. En resumen, la teología bíblica es para la iglesia, comienza con la Biblia, y termina con el Rey Jesús y Su Iglesia.
Desarrollamos un poco más esta definición.
La teología bíblica es para la iglesia
A pesar de que la disciplina de la teología bíblica puede llegar a ser altamente técnica y complicada, aun los creyentes primitivos valoraron esta rama teológica y entendieron su utilidad para la iglesia.
Leemos en Hechos 17 que Pablo y Silas compartieron el evangelio en Tesalónica y después pasaron tiempo proclamando la Palabra de Dios a aquellos que acudían a la sinagoga judía en Berea. El apóstol Pablo “discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo” (Hch 17:2-3 RV60). ¿Y qué sucedió? “Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (v. 12).
Los bereanos escucharon el razonamiento de Pablo, sus explicaciones y sus pruebas basadas en el Antiguo Testamento. Le escucharon proclamar que era necesario que Jesucristo, el Rey prometido por Dios “padeciese, y resucitase de los muertos”. El apóstol Pablo ayudó a sus oyentes a entender cómo la historia de las Escrituras se centra y culmina en Jesús. Pablo les proporcionó un mapa bíblico que los llevó a Cristo. Y por la gracia de Dios, muchos de los bereanos creyeron.
El inicio de la teología bíblica se encuentra en la lectura cuidadosa y acompañada de oración de la Biblia.
Pero recuerda que los bereanos no creyeron en la palabra de Pablo sin más. Lucas, el autor del libro de Hechos, nos dice que: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch 17:11 RV60). Los bereanos recibieron la palabra con entusiasmo y examinaron las Escrituras diariamente para confirmar si lo que se les enseñaba era verdad.
Los creyentes primitivos no pensaban que el uso de la teología bíblica era solo para los apóstoles. No pensaban que la teología bíblica estaba reservada para los profesionales académicos de los seminarios prestigiosos. Al contrario, se dieron cuenta de que era responsabilidad suya escudriñar las Escrituras y desarrollar un marco correcto para entender cómo la historia bíblica se centra en Jesús y culmina en Su persona.
Estos creyentes entendieron que la teología bíblica es para la iglesia. Y si tú estás en Cristo, entonces la teología bíblica también es para ti.
La teología bíblica comienza con la Biblia
El inicio de la teología bíblica se encuentra en la lectura cuidadosa y acompañada de oración de la Biblia. Tenemos que acudir a las Escrituras con humildad, buscando entender su metanarrativa en sus propios términos.
La unidad de toda la historia bíblica está cimentada sobre el verdadero Autor de la Biblia, Dios mismo.
La Biblia es sumamente diversa. Es un libro compuesto a su vez de muchos libritos que fueron escritos por diversos autores, en diferentes épocas y usando múltiples géneros. Así pues, cuando leemos la Biblia descubrimos la gran variedad de la que está compuesta: narrativa, poesía, leyes, sabiduría, profecía, epístolas, evangelios, etc. Relacionar entre sí esta variedad de libros escritos en diferentes épocas y lugares, y dirigidos a audiencias distintas, puede llegar a ser una tarea abrumadora. ¡Y en realidad lo es!
De todas maneras, no debemos pensar que esta es una tarea imposible. De hecho, la teología bíblica es claramente posible porque toda la Biblia es un libro inspirado por Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Ti. 3:16). La unidad de toda la historia bíblica está cimentada sobre el verdadero Autor de la Biblia, Dios mismo.
Recuerda lo que el apóstol Pedro dice acerca de la Biblia: “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1:20-21). Si el Señor mismo inspiró estos libros, entonces debemos escudriñarlos con cuidado y oración, buscando entender de forma completa su plan y propósito.
Imagínate que cada libro de la Biblia brillara como una estrella. Hasta que no te alejaras lo suficiente no te darías cuenta de que estas estrellas forman una colosal y gloriosa constelación. Y esto es lo que hace la teología bíblica, analiza y cataloga cada estrella, y después se aleja para ver el impresionante panorama de la gloriosa constelación divina.
A medida que vamos leyendo toda la historia bíblica se hace evidente que las Escrituras se centran en Jesús.
¿Y qué encontramos en el centro de esta gloriosa constelación? A Dios el Padre enviando a Su Hijo a través del Espíritu Santo para ganar un pueblo para Su propia gloria.
La teología bíblica culmina en el Rey Jesús y Su Iglesia
La práctica de la teología bíblica es un privilegio de toda la iglesia. Debemos leer todas las partes de la Biblia con cuidado y oración para entender su significado general. A medida que vamos leyendo y releyendo toda la historia bíblica se hace evidente que las Escrituras se centran de forma clara y nítida en Jesús.
Escucha las palabras de Pablo: “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Col. 1:17). Cristo mismo, el Rey prometido, es aquel que sostiene todas las cosas, incluyendo la gran historia de la propia Biblia. El Antiguo Testamento señala hacia el futuro y prepara —por así decirlo— el camino para la llegada del Rey. El Nuevo Testamento proclama la llegada del Rey y Su misión para con todas las naciones.
Por tanto, encontramos la culminación de la teología bíblica en el Rey Jesús y en el cumplimiento de Sus promesas de rescatar y redimir para Sí mismo un pueblo para alabanza de Su gloria.
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