“¿Visitó Cristo el infierno?”. No es una pregunta trivial. Una lectura apresurada de Efesios 4:8-9 nos podría hacer pensar que así fue. El texto lee:
“Por tanto, dice: ‘Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva un gran numero de cautivos, y dio dones a los hombres’. Esta expresión: ‘Ascendió’, ¿qué significa, sino que Él también había descendido a las profundidades de la tierra?».
¿A qué lugar en específico se refiere Pablo cuando le dice a los Efesios que Jesús “había descendido a las profundidades de la tierra”. ¿Se refiere al infierno? Y si es así, ¿qué estaba haciendo Jesús allí?
Para tratar este texto, como cualquier otro, tenemos que entender el contexto que precede y encierra Efesios 4:8-9.
La obra de Cristo en la tierra
Veamos el contexto del libro de Efesios. El tema principal que rige la carta es: las bendiciones que tenemos en Cristo Jesús por medio de su muerte. En Efesios, el apóstol nos enseña lo que Jesucristo logró en su ministerio terrenal, el cual culminó en su muerte y resurrección.
Desde el inicio del libro, Pablo abiertamente habla de este tema como objetivo principal de la carta. Él escribe en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Pablo les explica desde el inicio que esta carta se trata del sacrificio de Cristo, y los resultados inmediatos en nuestras vidas gracias a dicho sacrificio.
Hay varias cosas que encontramos en la carta que nos ayudan a interpretar la frase en cuestión.
1. El sacrificio de Cristo tiene repercusiones cósmicas.
En otras palabras, el sacrificio de Jesucristo tuvo efectos en el cielo y en la tierra.
El sacrificio de Cristo es tan magnífico y esplendoroso que Pablo usó una frase que expresa el rango, la amplitud, y el alcance del sacrificio de Cristo. Esta frase es crucial para entender el significado de que “Cristo fue a las profundidades de la tierra”. En Efesios 1:9-10, Pablo escribe que Dios
“nos dio a conocer el misterio de Su voluntad, según la buena intención que se propuso en Cristo, con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (énfasis agregado).
El sacrificio de Cristo en la cruz logró su objetivo “en los cielos […] y en la tierra”. Pablo usa esta frase en la carta a los Efesios con el fin de enfatizar el poder de Cristo en su muerte y resurrección. Pablo quiere que entendamos que el poder de Cristo en su muerte y resurrección va más allá de lo que podamos imaginar. En Efesios 1:19-20, Pablo escribe:
“Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (énfasis agregado).
2. En Cristo, somos sentados en los lugares celestiales.
De nuevo, Pablo nos deja ver que después del sacrificio de Cristo en la tierra, Cristo fue sentado en el cielo. Pero no solamente Cristo es sentado en los lugares celestiales, sino que gracias a su sacrificio, nosotros también somos sentados allí también. Efesios 2:6 dice: “y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.
3. Al venir a la tierra, Cristo anunció el evangelio.
Cristo, al venir a la tierra, anunció las buenas nuevas de libertad a los cautivos por el pecado.
Ahora bien, tenemos que poner mucha atención a algo de suma importancia. En Efesios 2:17, Pablo nos dice que durante su tiempo en la tierra, Cristo “anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”.
Este versículo es crítico para que podamos entender el significado de Efesios 4:8-9. ¿Por qué? Porque nos hace ver que lo que Pablo quiere enseñar tiene que ver con la obra de Jesucristo en su encarnación, al venir a la tierra. Cristo, al venir a la tierra, anunció las buenas nuevas de libertad a los cautivos por el pecado.
La cautividad cautiva
Si conectamos estos versículos, tendremos una idea más clara de lo que Pablo quiere decir en Efesios 4:8-9. Aquí hay varias claves:
1. Cristo descendió a la tierra en su encarnación.
¡El pasaje está hablando sobre la encarnación de Jesucristo, sobre su obra de rescate por todos nosotros, sobre su ministerio en la tierra! Estando en su trono, Cristo descendió a la profundidad, es decir, a la tierra. “Las profundidades de la tierra” no se refiere a ir por debajo de la tierra, sino a ir a la tierra misma. La NVI lo traduce así: Cristo “descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra”.
Cristo fue humilde al morir por nosotros y descender a la tierra para luego regresar al cielo. Eso es precisamente lo que Pablo indica en el vs. 10: “El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo”.
2. Los cautivos son los redimidos.
Vivamos en perpetua celebración e incansable agradecimiento por la muerte y resurrección de Cristo.
Jesús bajó del cielo a la tierra para liberar a los “cautivos” y llevarlos a los “lugares celestiales” (Ef. 1:3; 2:6) junto con Él. ¿Quiénes son los cautivos? ¡Los redimidos! Estábamos cautivos por el pecado, pero Cristo nos redimió, nos compró, y nos lleva a los lugares celestiales.
Efesios 4:8-9, entonces, nos recuerda el sacrificio de Cristo para que como creyentes le imitemos. Pablo cierra el capítulo escribiendo en el versículo 32: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. El ejemplo de Cristo de “descender para rescatar y luego ascender” nos debe motivar a imitar su persona… a ser Cristianos.
Este no es un pasaje sencillo. Pero algo es seguro: nos apunta a la obra de Cristo. Por lo tanto, vivamos en perpetua celebración e incansable agradecimiento por la muerte y resurrección de Cristo. ¡Él ha vencido! Él descendió. Él murió. Él resucitó. Él nos rescató. Él regresará. Ahora seamos como Él, e imitemos su andar.