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Querido esposo,

Doy gracias a Dios por este momento contigo. Solo desearía poder estar contigo, mirarte a los ojos, y hablar de la manera más sincera que pueda. Hay tanto en juego en tu integridad conyugal.

Pero aún no has dado el terrible paso del adulterio. Así que quiero recordarte dos cosas que pueden ayudarte a honrar a Cristo al permanecer fiel a tu esposa.

1. Ella es la esposa de tu juventud.

La Biblia dice: “Regocíjate con la mujer de tu juventud” (Pr. 5:18). Un salvaguarda poderoso contra el adulterio es bastante obvio: la felicidad en tu esposa que dura toda una vida.

Proverbios 5:18 no dice: “Regocíjate en tu joven esposa”. Ninguna esposa puede permanecer joven por mucho tiempo. Proverbios 5 sabiamente señala que ella es “la mujer de tu juventud”. Todo el tiempo que vivan como marido y mujer, ella siempre será esa chica.

Mírala. Ella es la chica con la que te casaste cuando ambos eran jóvenes. Los años que pasan no tienen poder para cambiar esa tierna realidad. Ella sigue siendo la chica que se entregó el día de tu boda. Ella sigue siendo esa chica que se puso en tus brazos. Ella sigue siendo esa chica que fue contigo a la habitación de hotel en tu noche de bodas. Cerraste la puerta y ella confió en ti. Ella se desvistió por ti. Ella se entregó a ti. Ella no podría haber sido más vulnerable. Ella no podría haber sido más honorable hacia ti. Recuerda eso. Medita en eso. Maravíllate con eso.

Piensa aún más en cómo comenzaron ustedes dos. Recuerda lo que sucedió cuando comenzaron a salir, y se enamoraron, y se comprometieron. El maravilloso y loco romance que experimentaron juntos fue uno de los grandes privilegios de la vida. No eran solo sus hormonas trabajando. Era “la llama misma del Señor” (Cnt. 8:6), un fuego sagrado que Él mismo encendió para su alegría y su gloria.

Lo que ustedes dos tenían en ese momento, pueden recuperarlo, y todavía más, porque ahora son más maduros, están más enfocados, más establecidos. Esa forma en que solían caminar y reír y hablar y soñar juntos, simplemente porque se agradaban mutuamente… regresa a eso. Su romance juvenil no fue una ilusión tonta. Era real. Insinuaba la realidad perfecta, la eterna historia de amor de Cristo y su novia (Ef. 5:31-32). Tu historia de amor es algo por lo que vale la pena luchar.

Claro, todas las parejas casadas a veces se apagan en el camino. La monotonía de la vida y nuestra propia inercia toman su peaje. Y sí, tú y tu esposa ahora se dan cuenta de lo comunes que son realmente. Agrega a esa mezcla los problemas y tristeza que han experimentado, tal vez más de lo que alguna vez soñaron. Todo eso también es real, y es una buena razón para orar diariamente por el constante refrescamiento del Espíritu Santo. Pero mucho más importante que todas las cargas y pesares de esta vida, es que todavía la tienes. Ella cuenta mucho más que todo este mundo decepcionante.

Mírala de nuevo, fíjate cuánto acerca de ella no ha cambiado. Medita en eso. Piensa en su fidelidad hacia ti, a pesar de tus debilidades y defectos. Considera la misericordia divina que ella es para ti. Deja que te golpee el hecho de que uno de los principales medios de Dios para tu santificación es la esposa de tu juventud. ¿Santificación con sexo? ¿Apoco no es esa una santificación que puedes apoyar? Tu Padre es bueno contigo. Tu matrimonio no se trata de tu bondad, sino de la suya. Reverencia su bondad y deja que tu corazón se derrita nuevamente. Entonces, regocijándote en Dios, regocíjate nuevamente en la esposa de tu juventud.

Deja que te golpee el hecho de que uno de los principales medios de Dios para tu santificación es la esposa de tu juventud.

2. Ella es la esposa de tu legado.

Muy pronto tu vida en este mundo habrá terminado. ¿Qué vas a dejar atrás? En este momento es tu única, preciosa, e irrepetible oportunidad de dejar un legado para las futuras generaciones de tu familia. Cómo vivan tú y tu esposa esta breve vida importará durante mucho, mucho tiempo.

Cómo vivan tú y tu esposa esta breve vida importará durante mucho, mucho tiempo.

Un día en su lectura de la Biblia, mi esposa Jani notó que Dios excluía a ciertas personas de su bendición, incluso hasta la décima generación (Dt. 23:3-4). Ella pensó: “¡Cuánto más anhela Dios bendecir a una familia, hasta la décima generación!”. Este pensamiento se ha convertido en un tema importante en nuestra vida juntos. Nos da una nueva forma de vernos a nosotros mismos ahora, y prepararnos para el futuro.

Cuando Jani y yo nos casamos en 1971, éramos solo dos personas. Pero ahora tenemos nietos, con más en camino. Según las tendencias actuales, nuestra familia por sí sola podría crecer a 52,488 personas en diez generaciones. Eso es una ciudad del tamaño de Flagstaff, Arizona. ¡Y es todo nuestra culpa! Tenemos una cierta responsabilidad hacia estas miles de personas en nuestro linaje.

Jani y yo a menudo oramos para que, hasta la décima generación, Dios clara y públicamente separe a nuestra familia para Él. Oramos para que nuestros hijos y nietos, y así sucesivamente, se conviertan sólidamente, y amen a Jesús, y crean en la Biblia, y tomen una posición firme por Cristo, con integridad y valentía, en su generación. Van a necesitar esa valentía, estamos seguros. Lo que nos toca en este momento es vivir con esa misma integridad y valor, para que podamos convertirnos en un ejemplo inspirador para ellos en el futuro.

Tú y tu esposa pueden dejar su propio legado, no en dinero, sino en vastos recursos espirituales. Su vida juntos puede contar una poderosa historia de la fidelidad de Dios en los buenos y malos tiempos. ¿Quién no se fortalecería mirando atrás y viendo en su propia historia familiar que Dios es real, Dios puede, Dios es bueno? No niegue a las generaciones futuras las riquezas que tan urgentemente necesitarán en un futuro imprevisible. Cualquier otra cosa que tú y tu esposa puedan o no puedan lograr, construyan este tesoro que incluso la décima generación puede aprovechar.

Por más linda que sea esa mujer hacia la que te encuentres tentado, pregúntate si vale la pena destruir tu legado por un momento de placer robado. Tu pecado se convertirá rápidamente en un regusto amargo que estarás escupiendo de tu boca por el resto de tu vida. Pero Dios te está posicionando a ti y a tu esposa para bendecir a las generaciones venideras. ¡Abraza la visión! ¡No arrojes tu legado!


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Diana Rodríguez.
Imagen: Lightstock.
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