Este artículo está basado en una nota escrita originalmente por el pastor Juan Sánchez, presidente de Coalición por el Evangelio, junto al cuerpo de ancianos de su iglesia y dirigida a su congregación local.
Hemos tenido muchas razones para llorar en las últimas semanas: el asesinato masivo en Buffalo, Nueva York, el asesinato masivo de niños pequeños y maestros en Uvalde, Texas, y dentro de esta última semana, la publicación del informe Guideposts sobre abuso sexual en la Convención Bautista del Sur (SBC).
Estoy seguro de que los creyentes que han leído el informe o escuchado hablar de él están afligidos. Si no lo has leído, puedes hacerlo aquí (en inglés). Los ancianos de nuestra iglesia también estamos afligidos por este informe. ¿Cómo podemos responder a él?
Respondiendo como iglesia
Debemos llorar por el pecado, tanto el pecado personal como el corporativo (Stg 4:7-9). Que seamos reconocidos como un pueblo rápido para confesar y arrepentirse de su pecado (Sal 32). Nos lamentamos por la noticia del pecado (abuso) sexual en la SBC. Incluso una sola ocurrencia de abuso sexual en cualquier contexto es demasiado. Anhelamos el día en que Cristo regrese y el pecado deje de existir. Hasta ese día, que el Señor nos guarde del maligno.
Lamentamos que, en demasiados casos, cuando las víctimas buscaban ayuda de los pastores, líderes de las iglesias o el liderazgo de la SBC, el instinto principal era controlar el daño potencial y preservar reputaciones. Por lo tanto, que el Señor nos conceda la gracia y el coraje para denunciar el abuso sexual a las autoridades correspondientes, autoridades como lo exige la ley, en lugar de perseguir la autoconservación y el control de daños.
Al mismo tiempo, es importante saber que el informe es específico y se limita a una entidad: el comité ejecutivo (CE) de la SBC. La SBC en realidad solo existe durante nuestra reunión anual cada mes de junio, por lo que el CE existe para tratar los asuntos de las iglesias de la SBC entre las reuniones anuales. Por lo tanto, también es importante saber que nosotros —es decir, las iglesias de la SBC— tenemos autoridad para responsabilizar a esta entidad.
Nuestra política funcionó: los mensajeros de las iglesias exigieron una investigación de terceros y, por mucho que el CE trató de detenerlo, no pudo evitarlo. Así que lamentamos que haya sido necesario que los mensajeros de la SBC exigieran esta investigación en vez de que el comité la haya iniciado por su cuenta para hacer lo correcto. Oremos que el Señor nos conceda la gracia y el coraje para recibir e incluso iniciar investigaciones, por parte de investigadores objetivos, sobre denuncias de abuso sexual.
Por triste que sea el informe, representa un cambio de rumbo y de rendición de cuentas muy necesario. Al mismo tiempo, nos recuerda la importancia de que las iglesias busquen establecer políticas para proteger a niños y jóvenes del abuso sexual y también proteger a nuestros voluntarios de falsas acusaciones de abuso sexual.
¿A dónde vamos desde aquí?
Lamentemos el pecado sexual y el abuso sexual. Un lamento bíblico es una forma de oración. Vemos ejemplos de lamentos en los Salmos (por ejemplo, Salmos 13, 42, 43).
- Los lamentos a menudo comienzan volviéndose en confianza a Dios.
- Entonces, el salmista lleva sus quejas ante Dios.
- Luego, el salmista le pide ayuda a Dios, a menudo con valentía.
- Finalmente, el salmista elige confiar en Dios, independientemente de las circunstancias.
Oremos así por las víctimas de pecado y abuso sexual: que el Señor traiga justicia y sanidad y, cuando la justicia no es posible obtenerla de inmediato, que el Señor les conceda la gracia de encomendarse al Dios que juzga con justicia y sean librados de amargura y venganza.
De nuevo, oremos para que nuestro Señor nos proteja del maligno y de sus planes para atacar a nuestras iglesias a través de aquellos que cederían a la tentación del pecado sexual y buscarían aprovecharse de nuestros niños, jóvenes y mujeres en la iglesia.