¿Qué forma una amistad? ¿Las personalidades? ¿El contexto? ¿La proximidad? Sí. Estas áreas, donde las experiencias de dos personas se superponen, son generalmente buenos puntos de partida para tener una buena amistad. Pero yo diría que la fuerza de una amistad a largo plazo no depende principalmente de la personalidad o el contexto o la proximidad, sino de la oración.
Las personalidades cambian porque la gente cambia. Los contextos cambian a medida que las personas se interesan en nuevos pasatiempos y actividades (y menos en lo que antes les interesaba). La proximidad cambia a medida que las personas se mudan, ya sea a una ciudad o estado lejos, o al otro lado del océano. Pero cuando todos estos factores cambian, todavía podemos orar y confiar en que Dios use los medios que nos ha dado para fortalecer nuestras amistades con otros cristianos, y para cambiarnos.
El privilegio de la oración
Mi amistad más larga ha durado 11 años a través de mudanzas al extranjero, matrimonios y funerales, alegrías y tristezas. Otra amistad cercana comenzó en una temporada de sufrimiento compartido, y ha continuado a través de muchos otros sufrimientos. Otra más comenzó en un paseo informal por el vecindario y se ha convertido en un intercambio profundo e intencional de corazones.
Las amistades en Cristo son diferentes a todo lo que el mundo ofrece.
Siendo tan diferentes, ¿qué nos ha unido? ¿Qué nos ha hecho pasar juntas por diferentes etapas? ¿Por qué ha sido una gran alegría ser amigas? Respuesta: la amistad en Cristo que compartimos, el privilegio de estar unidas porque primero estamos unidas a Él.
Las palabras de Pablo a la iglesia de Éfeso se aplican a la amistad cristiana:
“Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos”, Efesios 4:1–6.
Jesús murió para comprar a su pueblo, regresarnos al Padre, y apartarnos del mundo para sí mismo. Él también murió para unirnos. Las amistades en Cristo son diferentes a todo lo que el mundo ofrece. Y tenemos el asombroso privilegio de acercarnos audazmente al trono de la gracia de Dios, de orar con y por los demás.
El poder de la oración
¿Qué nos motiva a orar con nuestros amigos, especialmente en temporadas difíciles de la amistad? A lo largo de muchos años de caminar con mis hermanas cercanas en Cristo hemos conocido los altos y bajos de la amistad. Hay temporadas en las que una de nosotras puede dar más que la otra, cuando nos sentimos distantes o decepcionadas, y hay temporadas en las que nos sentimos particularmente unidas por el amor y el servicio mutuos.
Pero no debemos olvidar que la oración es un poderoso acto de amor y servicio en sí mismo. En las temporadas en las que nos sentimos agotados, es posible que no podamos servir a nuestros amigos de la manera que nos gustaría, pero siempre podemos orar por ellos. La oración es un regalo que podemos dar constantemente.
La oración es un regalo que podemos dar constantemente.
La amistad junta a dos santos en progreso que luchan con el pecado y dependen de Jesús. Oramos para expresar esta dependencia, y porque sabemos que Dios trabaja poderosamente a través de nuestras oraciones. Muy a menudo no oramos porque pensamos que hacerlo no hace diferencia. Pero las Escrituras insisten en que estamos equivocados: “La oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Stg. 5:16). Así que nos acercamos al trono de la gracia con confianza “para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (Heb. 4:16).
Estoy convencida de que mis amistades más fuertes son así, fuertes, porque nuestras almas están unidas por la intercesión. Es especialmente en las temporadas “bajas”, cuando estoy luchando por amar y sentirme amada, que Dios usa la oración sacrificial para que la amistad fluya de nuevo, para que podamos estar esforzándonos “por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef. 4: 3). Dios usa las oraciones de los amigos tanto para unirnos como para cumplir Su obra en nosotros.
La práctica de la oración
¿Cómo se ve una amistad en oración? No pretendo conocer todo su potencial, pero he visto muchas evidencias maravillosas de ello. Aquí hay varias ideas prácticas para orar que han fortalecido mis amistades a lo largo de los años:
- Programa un tiempo de oración intencional. Ponlo en un horario (¡sí, un horario!), un momento para hablar y orar con tu amigo, ya sea en persona o por teléfono. Esto no solo garantiza que orarán, sino que es una necesaria pausa de dependencia ante Dios en la carrera de la vida.
- Aprovecha la tecnología. Nuestros teléfonos y computadoras son herramientas maravillosas para la oración, ya que nos brindan la capacidad inmediata de pedir ayuda a nuestros amigos en oración. Orar juntos no siempre tiene que tomar una hora por teléfono; tómate dos minutos para pedirle a tu amigo que interceda por ti, y luego pregúntale: “¿Cómo puedo orar por ti hoy?”.
- No esperes. Ora ahora mismo. ¿Alguna vez le dijiste a tus amigos que orarías, y luego lo olvidaste? Me ha pasado, con frecuencia. No esperes hasta más tarde para orar; ora por ellos mientras lo estás pensando. Escribe una oración en un mensaje de texto o correo electrónico, o deja una oración en un mensaje o correo de voz.
- Elige un día para orar por tus amigos. Con todas las necesidades que hay en nuestras listas de oración, las necesidades de nuestros amigos a veces desaparecen. Cuando reservas un día en particular para interceder por tus amigos, te aseguras de no olvidarlos. Normalmente oro por mis amigos los viernes. Tengo una lista de peticiones y alabanzas, y luego les digo a mis amigos que oré por ellos. Esta rutina me ayuda a recordar orar y hacer seguimiento con ellos.
- Ora las Escrituras. Es un gran privilegio orar por los matrimonios, los hijos, y las circunstancias apremiantes de nuestros amigos. ¿Pero estamos orando por sus almas a la luz de las Escrituras? Elige un versículo o pasaje que guíe tu oración por la santidad de tu amigo, por su lucha contra el pecado, por su amor por la Palabra de Dios, y por un caminar más cercano con Jesús. Las epístolas y los salmos contienen muchas oraciones maravillosas que puedes usar para guiar tu tiempo.
Sé diligente en la oración
Puede sonar cursi, pero es cierto: los amigos que oran juntos permanecen juntos. Es un dulce privilegio seguir a Jesús junto con amigos preciados con quienes compartiremos la eternidad cuando todos nuestros altos y bajos hayan sido absorbidos por la perfección.
Con ese fin, continuamos orando, confiando en que nuestro Padre use esto para sostenernos y fortalecernos, y para hacernos más como Jesús, el amigo de pecadores, hasta que lo veamos cara a cara.