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Señales de advertencia de que puedes estar alejándote de Dios

La mayoría de los cristianos no caen de repente en pecado terrible. Un individuo no despierta un día y se dice a sí mismo: “Hoy es un gran día para comenzar una adicción a la heroína”, o: “¿Sabes qué? Hoy estoy de humor como para cometer adulterio”. Así no sucede.

El pecado grande siempre es producto de la suma de mil pequeñas decisiones.

Es por eso que el autor de Hebreos dice:

“Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos” (Hebreos 2:1).

Una de nuestras tentaciones más grandes como cristianos es, simplemente, alejarnos de Cristo. No estamos activamente huyendo, solo lentamente nos alejamos junto con la cálida, cómoda, y perezosa corriente del mundo. Y lo peor es que usualmente no notamos cuando nos alejamos. Levantamos la cabeza y de repente nos percatamos de que estamos a un kilómetro de la tierra.

¿Cómo puedes saber si te estás alejando? Aquí hay unas cuantas señales de advertencia:

  • Pasas muy poco tiempo leyendo la palabra de Dios y orando: “Estoy demasiado ocupado en este momento como para leer y orar”.
  • El evangelio ya no te afecta como antes: “Lo he oído mil veces antes… me parece un poco anticuado”.
  • No pasas mucho tiempo en comunión con otros cristianos: “He trabajado duro, estoy cansado, lo último que quiero es ir y estar con otras personas”.
  • Los pecados que solían molestarte no te molestan más: “Este programa de televisión no es tan malo. En realidad, no me tienta demasiado”.
  • Te encuentras apaciguando tu conciencia con mayor frecuencia: “Yo sé que estuvo mal, y oraré por ello esta noche”.
  • Te prometes que pararás de pecar: “Está bien, esta es la última vez que miro pornografía”.
  • Te excusas por diferentes cosas: “Solo converso en Facebook con el chico, no estamos durmiendo juntos”.

La buena noticia es que, si te estás alejando, ¡puedes ponerle fin a eso! Dios ama ayudarnos para que podamos detener nuestro alejamiento. A Él le encanta darnos el poder para cambiar. Si te estás alejando, hay tres cosas que puedes hacer:

  • Arrepentirte de tus pecados y recibir el maravilloso, libre, y completo perdón de Cristo. Cristo se deleita en perdonar a los que se alejan.
  • Dile a un amigo cercano lo que ha estado ocurriendo.
  • Vuelve a las cosas que solías hacer, y no dejes que la condenación te detenga. Ve a la palabra de Dios, a la oración, a la comunión, a la lucha contra la tentación, y escucha los impulsos de tu conciencia.

No te permitas alejarte. Alejarse es peligroso. A veces es letal.


Publicado originalmente en The Blazing Center. Traducido por Dess Oyola.
Imagen: Lightstock.
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