Siempre es útil aprender nuevas palabras, en especial si nos ayudan a llevar una vida cristiana que da gloria al Señor. La locución latina coram Deo es una de ellas, la cual «se refiere a algo que sucede en la presencia o delante del rostro de Dios. Vivir coram Deo es vivir toda la vida en la presencia de Dios, bajo Su autoridad y para Su gloria».1
Reflexionemos en el significado de esta expresión muy usada en la teología protestante y reformada, por medio del siguiente acróstico.
CORAM DEO significa que los creyentes estamos:
Conscientes de la presencia de Dios
No podremos llevar una vida que honre al Señor sin un fuerte sentido de la presencia del Dios vivo y verdadero en nuestras vidas, tanto en virtud de Su omnipresencia y soberanía, como por la morada del Espíritu en nuestros corazones.
No podremos llevar una vida que honre al Señor sin un fuerte sentido de la presencia del Dios vivo y verdadero en nuestras vidas
Los profetas Elías y Eliseo, por ejemplo, expresaron su convicción de que vivían delante del Señor y procedían de acuerdo con esa convicción (cp. 1 R 17:1; 18:15; 2 R 5:16). En otras palabras, en la vida cristiana todo comienza aquí, cuando nuestro corazón, en reverencia gozosa, abraza con fe genuina la realidad de que estamos bajo el señorío de Dios. Cuando abrazamos esta convicción, sucede lo siguiente.
Orientamos la vida hacia la Palabra
Vivir coram Deo también significa que buscamos hacer todo en nuestra vida siguiendo los mandatos y principios que encontramos en las Escrituras. La convicción de que estamos delante del rostro del Dios —quien es nuestro Creador, Sustentador y Redentor en Cristo— nos impulsa a que, en gratitud por Su obra, nos sometamos a Su señorío al obedecer Su Palabra. Vivir coram Deo también implica lo siguiente.
Reconocemos el propósito central de la humanidad
Como bien lo expresaron los teólogos de Westminster, «El fin principal de la existencia del ser humano es glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre».2 El creyente que vive coram Deo acepta con alegría que Dios lo creó para este propósito. Vivir coram Deo se puede resumir de la siguiente manera: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre» (Ecl 12:13, RV60).
Amamos a Dios con todo el corazón
Cuando Jesús señaló: «el que no me ama, no guarda Mis palabras» (Jn 14:24), nos estaba enseñando que, si no lo amamos de manera adecuada, no podemos orientar nuestra vida en sumisión a Su palabra y cumplir así el propósito por el cual nos creó.
Vivir coram Deo significa que amamos al Señor con todo nuestro ser y por eso buscamos obedecerlo, en vez de rebelarnos contra Él
Por lo tanto, vivir coram Deo significa que amamos al Señor con todo nuestro ser y por eso buscamos obedecerlo, en vez de rebelarnos contra Él. Todo esto como respuesta al amor que Él primero derramó en nuestros corazones por medio de Su Espíritu Santo (Ro 5:5; 1 Jn 4:19).
Mortificamos nuestro egocentrismo
Como consecuencia de la caída, el ser humano tiene la tendencia a vivir para agradar a la gente y ganar su reconocimiento y alabanza. Sin embargo, el creyente que vive consciente de la presencia de Dios busca hacer todo para que Él sea glorificado. El apóstol Pablo lo expresó de la siguiente manera: «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). En relación con esto, coram Deo también nos recuerda que debemos asumir una renuncia.
Dejamos la falsa separación entre sagrado y secular
Para quienes sostienen esta visión fragmentada de la realidad, «una línea invisible divide su fe personal en Cristo, su asistencia a la iglesia… su vida de oración y su estudio de la Biblia [lo “sagrado”] de otras áreas de la vida, como su trabajo, su tiempo libre o el cuidado de su cuerpo físico [lo “secular”]. Se asume que todo lo que se etiqueta como «secular» es de poca importancia para Dios».3
Vivir coram Deo, entonces, nos libera de fragmentar la vida bajo la falsa dicotomía de lo religioso y lo no religioso, lo sagrado y lo secular, y nos permite vivir bajo la convicción de que Dios es Señor de todo y, por consiguiente, a quien debo servir y glorificar en y con todo lo que haga. Por lo tanto, vivir coram Deo quiere decir que tomamos una decisión radical.
Entregamos toda la vida al Señor
Como creyentes, somos llamados a que, por las misericordias de Dios, presentemos nuestros «cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es [nuestro] culto racional» (Ro 12:1). En otras palabras, podemos y debemos servir a Dios por medio de nuestra actividad en cualquier área o esfera de la vida; ya sea en la agricultura, la escuela, las ciencias, la política, el pastorado, los deportes y demás. Sin embargo, es necesario entender que vivir Coram Deo solo es posible cuando…
Obedecemos a la obra del Espíritu Santo en nosotros
La única razón por la que el pueblo del Señor puede vivir delante de Él es porque, en Su infinita gracia y mediante la obra de Su Espíritu, abrió los ojos de ese pueblo para que entienda el evangelio y descanse en la persona y obra que el evangelio proclama: Jesucristo.
Debido a esta gracia derramada sobre nosotros, fuimos aceptados y perdonados en Cristo y hechos morada del Espíritu, quien nos acompaña todos los días y nos capacita para vivir coram Deo: en el mundo de Dios, bajo Su señorío, en Su presencia y para Su gloria. ¡Qué maravillosas noticias!