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Los teólogos usan dos términos con significados opuestos que tratan de explicar esta relación entre la soberanía de Dios en el cumplimiento de sus planes eternos y la libertad humana de decidir. Sin embargo, el consejo de las Escrituras también es orientador en este tema.

El compatibilismo

Esta postura señala que la soberanía divina absoluta y la libertad humana genuina son consistentes entre sí. Sus partidarios señalan los pasajes que enseñan ambas verdades y admiten que no pueden explicar completamente cómo es esto. Dios tiene autoridad ilimitada sobre la naturaleza, la vida humana y la historia (Sal 135:6; 139:16; Hch 17:26-28).

Aunque el Creador responsabiliza a los seres humanos por sus acciones, sus criaturas nunca frustrarán finalmente su plan soberano (Sal 33:10-11; Dn 4:34-35; Ef 1:11). Dios creó a los humanos a su imagen con una libertad genuina. Esta libertad es parte de nuestra identidad, se expresa de forma temporal en nuestra condición caída y se perfeccionará en la nueva creación.

El incompatibilismo

Sostiene que la soberanía divina absoluta y la libertad humana genuina son inconsistentes entre sí. Sus promotores sostienen que la soberanía absoluta de Dios destruiría la responsabilidad moral humana. Por esta razón, el incompatibilismo afirma la “libertad libertaria” (sin someterse a ninguna ley), la idea de que los seres humanos son la causa última de sus acciones y que ni siquiera Dios anula esta libertad.

Por lo tanto, el incompatibilismo limita la soberanía de Dios para dar lugar al libre albedrío humano. Aunque no podemos entenderlo por completo, la Escritura enseña tanto la soberanía divina como la responsabilidad humana.

El consejo pleno de las Escrituras

La Escritura afirma tanto la responsabilidad humana como la soberanía divina. Por ejemplo, los hermanos de José pecaron terriblemente al venderlo como esclavo (Gn 37:26-28). Pero Dios estaba en control (Gn 45:4-8) y, aunque no podemos entenderlo por completo, las acciones que los hermanos tenían pensado para mal, Dios hizo que se tornaran para bien (Gn 50:20). El ejemplo más sorprendente es la crucifixión de Cristo. Este evento era el peor crimen en la historia de la humanidad, pero Dios, a través de ese terrible evento, logró el mayor bien (Hch 2:23; 4:27-28). Los malhechores hicieron lo que Dios “había determinado que sucediera” (Hch 4:28). El compatibilismo rechaza la libertad libertaria o absoluta, la idea de que los humanos son la causa última de sus acciones.

La soberanía de Dios

Es la autoridad suprema y el gobierno de Dios sobre todo. El Señor planea y guía todas las cosas a sus objetivos. Dios gobierna la naturaleza y la historia de las naciones y ordena nuestras vidas. Su plan soberano nunca se frustra. Dios es soberano y los seres humanos son responsables, aunque juntar estas verdades está más allá de nuestro entendimiento. El reino de Dios significa que finalmente Él gana, el mal pierde y la justicia prevalece (Sal 33:10–11; 103:19; 139:16; 1 Ti 6:15).

Nota del editor: 

Este artículo es un fragmento adaptado del libro Diccionario conciso de términos teológicos, escrito por Christopher W. Morgan y Robert A. Peterson. Este recurso será publicado próximamente en nuestro idioma por B&H Español. Te animamos a visitar el sitio web de la editorial para estar atento a su publicación.

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