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Recientemente varias personas me han preguntado: “¿Cómo lidias con las duras críticas?”. En cada caso, el que preguntaba se había sentido herido por lo que sentía eran ataques injustos contra él o ella. En esta era de internet, cualquier persona puede ser censurada injustamente por personas que no conoce.  Entonces, ¿qué haces cuando eso sucede? Aquí está la esencia del consejo que doy a la gente cuando me preguntan sobre esto. Durante años he sido guiado por una carta de John Newton que se titula: “Sobre la controversia”.

El mayor peligro de recibir críticas no es a tu reputación, sino a tu corazón. Sientes la injusticia y sientes pena por ti mismo, y te tienta a despreciar no solo al crítico, sino a todo el grupo de personas de donde provienen. “Esa gente…”, murmuras en voz baja. Todo esto puede hacerte sentir más orgulloso con el paso del tiempo. Newton escribe: “Cualquier cosa […] que nos hace confiar en nosotros mismos, pensando que somos más sabios o buenos en comparación a otros, para tratar con desprecio a aquellos que no se suscriben a nuestras doctrinas o siguen nuestro partido, es una prueba y fruto de un espíritu falsamente piadoso”. Sostiene que siempre que el desprecio y la superioridad acompañan nuestros pensamientos, es una señal de que “las doctrinas de la gracia” están operando en nuestra vida “como meras nociones y especulaciones”, sin “influencia saludable sobre [nuestra] conducta”.

Entonces, ¿cómo puedes evitar esta tentación? En primer lugar, busca si existe una pizca de verdad, incluso en los comentarios más exagerados e injustos. Usualmente existe verdad cuando las críticas provienen de amigos, y a menudo cuando la desaprobación proviene de personas que realmente te conocen. Entonces, incluso si la censura es en parte o incluso en gran medida errónea, busca lo que en verdad pudiste haber hecho mal. Tal vez simplemente actuaste o hablaste de una manera que no fue circunspecta. Quizá la crítica es en parte correcta por las razones equivocadas. A pesar de eso, identifica tus propios defectos, arrepiéntete en tu corazón ante el Señor por lo que puedas, y deja que eso te humille. Entonces será posible aprender de la crítica y ser amable con el crítico, incluso si tienes que estar en desacuerdo con lo que él o ella han dicho.

Si la crítica proviene de alguien que no te conoce en lo absoluto (y a menudo este es el caso en el Internet), es posible que la crítica esté completamente injustificada y profundamente equivocada. A menudo me ridiculizan no solo por los puntos de vista que tengo, sino también con mayor frecuencia por los puntos de vista (y motivos) que no tengo en lo absoluto. Cuando eso sucede, es aún más fácil caer en la presunción y tal vez tener la tentación de reírse de lo equivocados que están tus críticos. “Patético…”, puedes ser tentado a decir. No lo hagas. Incluso si no hay el más mínimo trazo de verdad en lo que dice el crítico, no debes burlarte de él en tus pensamientos. Primero, recuérdate a ti mismo ejemplos de tus propios errores, tonterías, y las veces que te has perdido en el pasado; momentos en los que realmente cometiste un error. Segundo, ora por el crítico, que él o ella crezca en gracia. Newton habla de esto así:

“Si cuentas [a tu oponente] como un creyente, aunque muy confundido en el tema de debate ante ti, las palabras de David a Joab acerca de Absalón son muy aplicables: ‘Trata suavemente con él por mi bien’. El Señor lo ama y lleva consigo; por lo tanto, no debes despreciarlo ni tratarlo duramente. El Señor también te acompaña y espera que demuestres ternura a los demás, al entender el mucho perdón que tú mismo necesitas. En poco tiempo se encontrarán en el cielo; entonces será más querido que el amigo más cercano que tienes por ahora sobre la tierra. Anticipa este período en tus pensamientos; y aunque puede que te resulte necesario oponerse a sus errores, velo como una persona, como un alma afín, con quien serás feliz en Cristo para siempre”.

Entonces, hagas lo que hagas, haz lo que puedas para evitar sentirte presumido y superior al crítico. Incluso si te dices a ti mismo que simplemente te vas a “encoger de hombros” y no vas a responder a las críticas, puedes no obstante realizar una defensa y refutación completa en la sala del tribunal de tu mente, en la que demuestres triunfalmente lo horribles y despreciables que son tus oponentes. Pero esa es una trampa espiritual. Los comentarios de Newton al respecto son muy convincentes:

“Un hombre puede tener el corazón de un fariseo, mientras su cabeza está almacenada con nociones ortodoxas de la indignidad de la criatura, y las riquezas de la gracia gratuita. Sí, añadiría: los mejores hombres no están del todo libres de esta levadura; y por lo tanto, son demasiado propensos a complacerse con tales representaciones como para ridiculizar a nuestros adversarios y, en consecuencia, adular nuestros propios juicios como superiores. Las controversias, en su mayor parte, son manejadas para complacer en lugar de reprimir su disposición equivocada; y por lo tanto, en términos generales, producen poco bien. Provocan a los que deben convencer, y envanecen a los que deben edificar. Espero que en tu actuación se saboree un espíritu de verdadera humildad, y sea un medio para promoverla en otros”.


Publicado originalmente en Redeemer City to City. Traducido por Sergio Paz.
Imagen: Lightstock.
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