NOTA: No estamos en libertad para decir cómo la correspondencia a continuación cayó en nuestras manos, pero parece ser una carta perdida escrita por ese diablo experimentado, Escrutopo, a su sobrino novato, Orugario, que todavía está aprendiendo los trucos diabólicos de ser un demonio. Fue fechada en diciembre (pero se desconoce el año).
Mi querido Orugario:
Recibí tu última carta en la que expresabas una serie de temores sobre la celebración de tu paciente de estas épocas del año que los cristianos llaman Adviento y Navidad (y a las que Nuestro Padre Abajo solo se refiere, generalmente con disgusto, como La Invasión). Debo admitir, Orugario, que no pude evitar reírme de lo temeroso que parecías ante esta situación. No es que estas épocas en particular no causen miedo en todos los jóvenes demonios como tú cuando las entienden correctamente, pero ahí radica nuestra ventaja cuando se trata de tantos cristianos. Hay muchas cosas que malinterpretan o que nunca consideran. El diablo no permita que capten las implicaciones reales de estas épocas.
Entonces, dado que preguntaste cuál es la mejor manera de manejar esta situación actual (y creo que la calificaste como odiosa), permíteme ofrecerte tres sugerencias atroces que incluso aquellos en el Alto Mando del Infierno no cuestionarían. Si puedes tener éxito en las dos primeras, la tercera puede que ni siquiera sea necesaria. Pero si las cosas se ponen feas, la tercera sugerencia siempre está a tu disposición, y es efectiva, porque le da a tu paciente la ilusión de que está celebrando estas temporadas cuando, de hecho, lo estás ayudando a perderse el punto.
Primero, trata de mantener al paciente lo suficientemente distraído. Esto es importante, Orugario, porque el Enemigo quiere que reflexione y medite sobre esa horrible verdad (incluso me estremezco al escribirla): la encarnación. Debes hacer todo lo posible para evitar que eso suceda, y la distracción es una de tus armas más mortales durante estas estaciones. Sé que has fallado miserablemente en esfuerzos similares en el pasado (y has pagado un alto precio por ello), pero hay tantos medios potenciales de distracción durante este mes que incluso tú deberías encontrar esta tarea fácil. Por lo tanto, mantenlo demasiado ocupado con todo tipo de cosas (sí, incluso cosas buenas). Asegúrate de que vaya a todas las fiestas y se sienta obligado a salir y comprar un regalo para cada una. Asegúrate de que asista a conciertos, cenas, y eventos de caridad. Si su calendario no está lleno, has fallado. Agótalo. Cánsalo de cualquier manera que puedas. Mantenlo activo y, si eso no funciona, distráelo con entretenimiento y otros trucos sin sentido. Simplemente no le des tiempo y espacio para considerar lo que estas temporadas están destinadas a celebrar.
Si eso no funciona, intenta mantener sus celebraciones sentimentales nada más. No sirve de nada tratar de evitar que celebre estas temporadas (eso simplemente no funcionará… solo pregúntale al demonio Costroso), pero si logras que todo sea sentimental y nostálgico, entonces habrás evitado que reflexione sobre el significado real de las acciones del Enemigo. Entonces, por supuesto, que cante y se alegre. El Infierno sabe que hemos hecho buen uso de ese tipo de cosas tanto como de la miseria y la tristeza. Pero asegúrate de que solo cante y reflexione sobre cosas como paseos en trineo y campanas de plata y nevadas y decoraciones y reuniones familiares, cosas sobre las que cada una de Sus criaturas puede cantar y celebrar (y si puedes hacer que derrame una lágrima sentimental mientras canta sobre ello, incluso mejor). Ese tipo de canciones son bastante inofensivas a los ojos del Infierno. Sin embargo, lo que debes evitar que cante son todos esos villancicos que hacen temblar el Infierno porque están llenos de verdades que no podemos negar: verdades sobre quién es el Enemigo y lo que ha hecho para triunfar sobre Nuestro Padre Abajo. Cuando la celebración de tu paciente comienza a incluir canciones así o reflexiones sobre esos temas, te encuentras con un peligro real y grave.
Aun así, no estás sin un último método de ataque. Si todo lo demás falla, trata de mantener la historia del Enemigo (lo que llamamos Las Malas Noticias) limitada a la invasión. Ya es bastante malo que tu paciente piense en esto, pero ten en cuenta que podría ser peor. Entonces, si tontamente le permites enfocar su atención en la invasión, entonces al menos asegúrate de no dejar que la historia avance más en su mente. Todos esos bípedos que el Enemigo ha creado parecen amar a los bebés, así que hazle pensar que Las Malas Noticias no son más que una historia sobre un bebé, algo lindo y dulce, pero no serio o significativo. Encuentra una manera de mantener la historia en Belén (incluso puedes dejar que mantenga sus escenas del pesebre, con animalitos y todo). Simplemente no lo dejes ir más lejos. Asegúrate de que siga pensando en el Enemigo solo como un niño. No lo dejes pensar en el Enemigo como hombre, o en lo que le hizo a algunos de nuestros amigos diabólicos, o cómo humilló a todo el Infierno cuando resucitó. Puedes dejar el pesebre en el pensamiento de tu paciente, siempre que lo separe de la cruz y la tumba vacía. Pero una vez que comience a reconocer que hay más en la historia de Las Malas Noticias que solo la invasión (especialmente si comienza a pensar en La Gran Derrota), se volverá agradecido con el Enemigo. Y sinceramente espero, especialmente por tu bien, que esto no suceda.
Tu tío cariñoso,
Escrutopo
Este artículo está basado en Cartas del diablo a su sobrino de C. S. Lewis.