Mientras la pandemia se prolonga y sentimos que el mundo cambió para siempre, la mayoría de las naciones del mundo ponen su esperanza en una vacuna rápida contra la COVID-19 que nos ayude a regresar a la normalidad.
¿Qué es lo más importante que los cristianos deberíamos saber sobre las vacunas en desarrollo? A continuación algunas preguntas y respuestas.
¿Qué es una vacuna y cómo nos ayudaría contra el coronavirus?
El Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos explica:
“Las vacunas contienen los mismos gérmenes que causan enfermedades. (Por ejemplo, la vacuna contra el sarampión contiene el virus del sarampión y la vacuna Hib contiene la bacteria Hib). Pero han muerto o debilitado hasta el punto de que no enferman. Algunas vacunas contienen solo una parte del germen de la enfermedad.
Una vacuna estimula su sistema inmunológico para producir anticuerpos, exactamente como lo haría si estuviera expuesto a la enfermedad. Después de vacunarse, [la persona] desarrolla inmunidad a esa enfermedad, sin tener que contraer la enfermedad primero.
Esto es lo que hace que las vacunas sean una medicina tan poderosa. A diferencia de la mayoría de los medicamentos, que tratan o curan enfermedades, las vacunas las previenen”.
En el desarrollo de una vacuna contra la COVID-19, algunos científicos prueban algo sin precedentes: usar ingeniería genética en la creación de las vacunas para hacer que nuestras propias células produzcan parte del virus y así enseñarle mejor a nuestro sistema inmunológico a protegernos de él.
Se estima que esto ayudaría a crear vacunas de manera más rápida, segura, y económica.
¿Cuáles pueden ser los efectos secundarios de una vacuna?
Como toda medicina o tratamiento médico, las vacunas pueden tener efectos secundarios en las personas y debemos ser conscientes de ellos.
La Oficina de Políticas contra Enfermedades Infecciosas y VIH / SIDA (Estados Unidos), señala: “La mayoría de las personas no experimentan efectos secundarios graves por las vacunas. Los efectos secundarios más comunes, como el dolor donde se ha administrado la vacuna, suelen ser leves y desaparecen rápidamente por su cuenta”.
También comparte la siguiente lista de efectos secundarios comunes:
- Dolor, inflamación o enrojecimiento donde se ha administrado la vacuna
- Fiebre leve
- Escalofrío
- Cansancio
- Dolor de cabeza
- Dolor muscular y articular
Por supuesto, también pueden haber efectos secundarios graves. Sin embargo, “son muy pocos frecuentes. Por ejemplo, si se administra 1 millón de dosis de una vacuna, 1 o 2 personas pueden tener una reacción alérgica grave… Tenga en cuenta que vacunarse es mucho más seguro que contraer la enfermedad que previenen las vacunas”.
¿Cómo marcha el desarrollo de vacunas contra la COVID-19?
La pandemia actual ha desencadenado toda una revolución en la creación de vacunas. Aunque se estima que hay cientos de vacunas en desarrollo, decenas de laboratorios y en distintos países están en una carrera sin precedentes por crear una vacuna cuanto antes.
Al día de hoy (29 de septiembre de 2020), 42 vacunas son probadas en ensayos clínicos en humanos, y al menos 93 vacunas preclínicas están bajo investigación en animales. La Organización Mundial para la Salud mantiene un documento público actualizado diariamente (en inglés) con información sobre las distintas vacunas en desarrollo.
¿Es cierto que se usan tejidos fetal de abortos para crear algunas vacunas contra la COVID-19?
Sí. Como informa Megan Best (bioeticista cristiana) en un escrito para TGC: Australia, varias de las vacunas más prometedoras contra la COVID-19 son desarrolladas usando la línea celular fetal HEK-293. ¿Qué es exactamente? Best explica:
“La línea celular fetal HEK-293 es una línea celular renal ampliamente utilizada en la investigación y la industria que proviene de un feto abortado en la década de 1960, desarrollada en el laboratorio del biólogo molecular Alex van der Eb en la Universidad de Leiden alrededor de 1972. El uso de tejido fetal de abortos es común en la investigación farmacéutica y médica, y está asociado con intereses comerciales en las clínicas de aborto. Varias vacunas recomendadas para la inmunización infantil utilizan líneas celulares que se derivaron de tejidos fetales extraídos de abortos electivos en la década de 1960…
Las líneas celulares son poblaciones definidas de células que se pueden mantener en cultivo durante un período de tiempo prolongado. Las células de estas líneas han pasado por múltiples divisiones antes de ser utilizadas en la fabricación de vacunas. Las células se utilizan para generar los virus atenuados utilizados para la inmunización. Después de la fabricación, las vacunas se eliminan de la línea celular y se purifican. La vacuna final no contiene células del aborto original”.
Este hecho puede plantear un dilema moral muy serio para todo cristiano, lo cual nos lleva a nuestra siguiente pregunta.
¿Aprobamos el aborto si aceptamos una vacuna hecha usando tejidos fetales?
Como explica el pastor Joe Carter:
“La consideración clave para determinar si el uso de las vacunas disponibles en la actualidad es lícito o inmoral es si existe una cooperación material con el malvado acto del aborto. Si el aborto se realizara para recolectar tejidos que se usarían para la vacuna, entonces sería claramente inmoral. Pero en el caso de las vacunas creadas a partir de las líneas celulares enumeradas… el aborto se llevó a cabo por otras razones y el tejido se adquirió post-mortem con el propósito de investigación médica.
Para determinar la moralidad del uso del tejido, es útil compararlo con otra situación: el uso de órganos de una persona que ha sido asesinada. Si un médico se ofreciera a trasplantar un riñón o un corazón de la víctima del asesinato a un cristiano, probablemente no nos opondríamos. La principal preocupación sería si la víctima consintió en la donación de órganos antes de su muerte. Pero nadie diría que el cristiano que recibió el órgano fue moralmente responsable del asesinato”.
Usando el mismo ejemplo, Best añade:
“Si el único órgano disponible para un trasplante que salva vidas es donado por una víctima de asesinato, no consideramos que al aceptar el órgano estemos aprobando el asesinato. De la misma manera, si no tenemos alternativa a cierta vacuna producida con tejido derivado de niños asesinados hace más de 50 años, no estamos necesariamente aprobando el aborto.
Muchos avances en la ciencia médica se han basado en información derivada de orígenes malvados. La experimentación nazi en humanos durante la Segunda Guerra Mundial condujo al conocimiento que informa a la ortopedia moderna, por ejemplo. Aunque nunca tolera los actos malos para que el bien pueda resultar, la Biblia enseña acerca de un Dios amoroso que busca hacer bien del mal. Aunque vinculada, la participación en el bien no respalda el mal”.
Por último, si Dios gobierna sobre la pandemia, ¿debemos desear una vacuna?
Los cristianos creemos que Dios tiene un propósito bueno para esta pandemia. Él es soberano sobre todas las cosas y ejerce su soberanía para nuestro bien conforme a sus promesas y planes eternos (Ro. 8:28; Ef. 1:11).
Sin embargo, esto no debe impedirnos desear el fin de la pandemia. Los cristianos somos llamados a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mt. 22:39). Eso implica orar y trabajar por el bien de los demás conforme a la vocación que tengamos, y desear que esta pandemia acabe pronto si esa es la voluntad de Dios.
Con todo, nuestra mayor esperanza no debe estar en una vacuna sino en el Dios que nos hizo y entregó a su Hijo por nosotros para salvarnos. Somos llamados no solo a desear una vacuna, sino primeramente la consumación del reino de Dios (Mt. 6:10), en el día en que “Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Ap. 20:4).
En palabras del pastor Miguel Núñez, quien también es médico internista e infectólogo, al final de un mensaje sobre el coronavirus:
“Jesucristo vino como redentor de un mundo caído, que estaba y está en descomposición social como fruto de la desobediencia a la Palabra de Dios, y que le ha ofrecido al mundo no solo el camino de retorno a Dios, sino también el perdón de sus pecados.
De allí su vida, muerte, y resurrección para el perdón de pecados y la garantía de la vida eterna, donde tú pasarás el resto de tu existencia. De manera que esta vida corta, pasajera, temporal, no es la que tiene la verdadera importancia, sino la vida que te espera, y la pregunta es: ¿dónde la vas a pasar? La respuesta la da lo que hagas con la persona del Redentor de este lado de la gloria”.