Cristo ordenó a todos los cristianos comer pan y beber de la copa en memoria de Él y de Su muerte. La Cena del Señor es una celebración de la presencia de Dios en medio nuestro; nos reúne en comunión con Dios y unos con otros; alimentando y nutriendo nuestras almas. También anticipa el día en que comeremos y beberemos con Cristo en el Reino de Su Padre.
Cristo ordenó a todos los cristianos comer pan y beber de la copa en memoria de Él y de Su muerte.
Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y, después de dar gracias, lo partió y dijo: ‘Este pan es Mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de Mí’. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: ‘Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de Mí’. Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga.
La Cena del Señor es una señal y un sello del pacto. Eso significa que representa y confirma la preciosa promesa de que Dios, a través de Jesucristo, será nuestro Dios y nosotros seremos Su pueblo. En la Cena del Señor recordamos y celebramos la presencia de Dios, y experimentamos comunión. También tenemos algo que nos nutre y, en la Cena del Señor, anticipamos la gloria venidera.
Primero, la Cena del Señor es un recordatorio. En la Cena del Señor, Jesús les dijo a Sus discípulos que proclamarían Su muerte hasta que Él regresara. El pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo en la Cena del Señor, son una representación del sacrificio del pacto. Ambas partes indican que la muerte de Jesús fue un acto deliberado de Su parte. Él se entregó a Sí mismo como un sacrificio en nuestro lugar para el perdón de nuestros pecados. Así que cada vez que celebremos la Cena del Señor debemos recordar el significado y la importancia de la muerte de Jesucristo a favor nuestro. Debemos recordarlo a Él. “Hagan esto en memoria de Mí” (Lc 22:19). Celebramos la gloriosa obra de expiación que Jesucristo completó por nosotros.
En segundo lugar, la Cena del Señor también es una celebración de la presencia de Dios. ¿No es maravilloso que seamos invitados a la mesa de Dios? Esto es especialmente maravilloso a la luz de nuestra rebelión. En Génesis 3, Satanás le dijo a Eva y a Adán: “Tomen y coman del fruto”. Ellos comieron del fruto en contra de la orden de Dios. ¿Cuál fue el resultado? ¿Resultó en su satisfacción y plenitud? No. Resultó en su expulsión de la presencia de Dios. Pero en la mesa del Señor, el Señor mismo nos invita a regresar a Su presencia. Cuando Jesús dijo a Sus discípulos: “Tomen y coman”, revirtió las palabras de la serpiente en el jardín. Derek Kidner escribió esta hermosa línea: “Dios probaría la pobreza y la muerte antes de que ‘tomen y coman’ se convirtieran en verbos de salvación”. Experimentamos esto cada vez que venimos a la mesa del Señor, cada vez que escuchamos al ministro decir: “Tomen y coman”. Es una celebración de nuestra reunión con Dios, de Su presencia con nosotros y de la comunión íntima que disfrutamos con Él.
En tercer lugar, la Cena del Señor es comunión. Es comunión con Dios y con Su pueblo. No solo tenemos comunión con el Dios vivo por gracia, por lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz, sino que tenemos comunión unos con otros. Cuando estamos unidos al Señor Jesucristo, estamos unidos a todos los que están unidos al Señor Jesucristo. Por eso Pablo dijo a los corintios que tenían que discernir el cuerpo (1Co 11:29). No les está diciendo que necesitan comprender algo místico sobre los elementos de la Cena del Señor. ¿Cuál es el cuerpo al que hace referencia? El cuerpo de Cristo, la iglesia, la comunión con los creyentes.
Finalmente, la Cena del Señor nos nutre espiritualmente. Es un medio de gracia. Es uno de los métodos que Dios ha designado para edificarnos, nutrirnos, confirmar nuestra fe y fortalecernos para crecer. Y la Cena del Señor es un anticipo de la gloria venidera. Jesús lavó los pies de Sus discípulos la noche en que fue traicionado y les sirvió los elementos de la Cena del Señor. Interesantemente, cuando Jesús habla del banquete de las bodas del Cordero (Lc 12:37), en la gloria, cuando llegue el gran final y todos reconozcan que Él es el Rey, Él dice que en ese día nos pedirá a todos que nos reclinemos, tal como lo hicieron los discípulos la noche de la Cena del Señor, y nos servirá.
Sí, en la Cena del Señor anticipamos el banquete de las bodas del Cordero, en el que todos estaremos sentados juntos en gloria, y nuestro Salvador nos servirá nuevamente todo lo que necesitemos. Qué gran gozo es venir a la mesa del Señor.
Pan de vida, participamos de la Cena del Señor en obediencia reverente. No queremos recibirla indignamente, así que venimos en arrepentimiento y fe. Ayúdanos a perdonar los pecados de aquellos que nos han ofendido, especialmente de los creyentes con quienes compartimos el pan y la copa. Permite que nuestra participación en esta cena proclame Tu muerte salvadora y nuestra urgente necesidad de ella. Amén.