El único Redentor es el Señor Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, en quien Dios se hizo hombre y cargó con la culpa del pecado sobre Sí mismo.
El único Redentor es el Señor Jesucristo.
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.
El Redentor es Jesucristo, el Hijo eterno de Dios. El Hijo eterno de Dios se hizo hombre y vivió una verdadera vida humana como la nuestra. Por poco más de treinta años en el primer siglo después de Cristo, Él vivió como tú y como yo; la única diferencia es que siempre confió en Dios. Confió en Él por completo.
Así que si piensas en ocasiones en que debiste confiar en Dios y no lo hiciste, en esas mismas ocasiones Jesús obedeció a Dios. Confió en que lo que Dios sabía era mejor, en que debía obedecer la voluntad de Su Padre. Cuando miro hacia el pasado en mi vida, me doy cuenta de que no he vivido de esa manera. Pero el Redentor, Jesucristo, sí lo ha hecho.
Lo llamamos el Redentor porque Él redime a Su pueblo. Él restaura nuestro valor. Él dio Su vida en la cruz por todos los que se arrepienten de sus pecados y confían en Él. Él es nuestro Redentor. Él nos valoró, a pesar de que habíamos desperdiciado nuestras vidas al no confiar en nuestro Padre celestial, al no obedecerle y al no temerle.
Él realmente vino y dio Su vida por nosotros. Él vivió una vida de confianza y sufrió una muerte que no tenía que sufrir, pero lo hizo por amor a nosotros. Él se entregó a Sí mismo por nosotros para poder ser, como dice la Biblia, nuestro Redentor, Aquel que nos rescata.
La imagen de la redención en el Antiguo Testamento es la de Dios rescatando a Su pueblo de Egipto, sacándolos de la esclavitud. En el Nuevo Testamento, Jesús el Redentor nos rescata de nuestro estado natural de esclavitud al pecado, de servirnos a nosotros mismos de forma destructiva.
Dios en Su gran amor envió a Su Hijo unigénito, quien vivió una vida perfecta, murió en la cruz y después resucitó de los muertos para llevarnos a Él, para redimirnos. A eso nos referimos cuando decimos que Jesucristo es nuestro Redentor.
Precioso Redentor, desde antes de que comenzara el mundo, Tú nos amaste. Dejaste Tu gloria para llevar nuestra vergüenza. Glorificaste a Tu Padre al obedecerlo hasta la cruz. Tú mereces nuestra alabanza, nuestro agradecimiento y nuestra adoración. No tenemos esperanza fuera de Ti. Amén.