La justicia de Dios en la justificación
Definición
La justicia de Dios en la justificación es tanto un atributo divino de justicia —el cual revela el carácter santo y perfecto de Dios— como un don que Dios da a los pecadores a través de Su Hijo. Es decir, la justicia recibida por los pecadores por medio de la fe es un regalo que los justifica ante el Dios santo.
Sumario
El concepto de justicia está estrechamente relacionado con el juicio y la salvación en la Biblia. En ambos, Dios muestra la rectitud de Su carácter: en el juicio, muestra Su carácter santo y justo al castigar a los impíos; en la salvación, rescata por su misericordio a Su pueblo a quien prometió la salvación. En la salvación, la justicia de Dios juega un papel doble, tanto lo que se muestra al mundo como un atributo del Dios que salva a Su pueblo, como el don de la salvación para Su pueblo, que recibe su justicia como propia a través de la muerte y resurrección de Cristo. La justificación de los pecadores impíos, entonces, es la justificación o vindicación de Dios, porque vindica Su santidad y justicia, mientras que al mismo tiempo revela Su misericordia y amor.
El significado de «la justicia de Dios» en los escritos de Pablo es motivo de controversia y ha desempeñado un papel en nuestra comprensión de su soteriología. Comenzamos enumerando los textos clave:
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ (Ro 1:17).
Pero si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto el Dios que expresa Su ira? Hablo en términos humanos ( Ro 3:5).
Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción (Ro 3:21-22).
A quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús (Ro 3:25-26).
Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios (Ro 10:3).
Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención (1 Co 1:30).
Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él (2 Co 5:21).
Y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe (Fil 3:9).
Al buscar entender la justicia de Dios, necesitamos investigar el trasfondo del AT, que juega un papel vital en discernir cómo Pablo usa el término. Una vez más, es útil citar textos importantes:
En Ti, oh Señor, me refugio; jamás sea yo avergonzado; líbrame en Tu justicia (Sal 31:1).
Continúa Tu misericordia para con los que te conocen, y Tu justicia para con los rectos de corazón (Sal 36:10).
Destilen, oh cielos, desde lo alto, y derramen justicia las nubes; ábrase la tierra y dé fruto la salvación, y brote la justicia con ella. Yo, el Señor, lo he creado (Is 45:8).
Líbrame en Tu justicia, y rescátame; inclina a mí Tu oído, y sálvame (Sal 71:2).
Yo acerco Mi justicia, no está lejos; Y Mi salvación no tardará. Pondré salvación en Sión, Y para Israel será Mi gloria (Is 46:13).
Se podrían incluir otros textos (Sal 40:10; 88:11-12; 98:2-3; 143:1; Is 51:4-8). Notamos en el paralelismo hebreo la estrecha asociación entre la salvación de Dios y Su justicia. En los ejemplos citados arriba, la justicia de Dios se refiere a Su justicia salvadora. La justicia salvadora de Dios se presenta en varios textos que celebran los «actos justos» de Dios (Jue 5:11; 1 S 12:7; Sal 103:6; Dn 9:16; Mi 6:5) donde intervino y salvó a Israel por Su gracia.
Lo que llama la atención aquí es la estrecha asociación de la justicia con la salvación, porque la mayoría de las personas al definir la justicia piensan en términos de justicia punitiva en lugar de salvación. Por otro lado, no debemos cometer el error de concluir que «justicia» y «salvación» son sinónimos en los versículos citados anteriormente. Podemos decir que la liberación ejercida por Dios a favor de Su pueblo, Su salvación de Israel, es correcta.
Cuando llegamos a Pablo, vemos que a menudo enfatiza que la justicia es por la fe. Habla de «justicia por la fe» (Ro 3:22), «justicia por la fe» (Ro 4:13), «justicia que es por la fe» (Ro. 9:30; cp. Ro 4:11; 10:4, 6, 10; Gá 5:5; Fil 3:9). Pablo también excluye la ley o las obras como la forma de obtener la justicia ( Ro 3:21; 4:6; 9:31; 10:5; Gá 2:21; 3:21; Fil 3:9).
Una de las frases más significativas de la teología paulina es la «justicia de Dios». La frase aparece en algunos de los pasajes soteriológicos más importantes de los escritos de Pablo. Estos son los textos claves:
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ (Ro 1:17).
Pero si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto el Dios que expresa Su ira? Hablo en términos humanos (Ro 3:5).
Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción (Ro 3:21-22).
A quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús (Ro 3:25-26).
Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios (Ro 10:3).
Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención (1 Co 1:30).
Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él (2 Co 5:21).
Y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe (Fil 3:9).
Algunos estudiosos argumentan que la justicia de Dios se refiere a la fidelidad de Su pacto y otros argumentan que el término es transformador en lugar de forense. Pero argumentaré que la justicia de Dios es forense, que se refiere al don de Dios, nuestro estado de estar en lo correcto ante Él. Varias líneas de evidencia apoyan este punto de vista. Primero, la justicia de Dios es nuestra por la fe (Ro 1:17; 3:21-22; 10:3; Fil 3:9). Romanos 5:17 dice específicamente que la justicia de Dios es un regalo que se nos ha dado. Vemos el mismo tema en 1 Corintios 1:30, donde se dice que la justicia es de Dios. De la misma manera, vemos en 2 Corintios 5:21 que los creyentes reciben la justicia de Dios a través de la muerte de Cristo en la cruz.
Los paralelos entre Filipenses 3 y Romanos 10 muestran que la justicia de Dios es el don de la justicia. El tema de ambos textos es el mismo: en Filipenses Pablo relata su intento de obtener la justicia por la ley, y en Romanos 10 describe el intento de Israel de hacerlo. Israel trató de «establecer su propia justicia» guardando la ley (Ro 10:3), y Pablo trató de asegurar su propia justicia con base en su obediencia a la ley (Fil 3:6, 9). En ambos textos, Pablo contrasta la justicia por la ley y la justicia por la fe (Ro 10:4-8; Fil 3:9).
Tenemos buenas razones para pensar, entonces, que la «justicia de Dios» en Romanos 10:3 es lo mismo que la «justicia de Dios» en Filipenses 3:9. En Filipenses 3, la justicia es claramente un regalo dado a los pecadores, una declaración de que aquellos que han desobedecido la ley pero que han confiado en Cristo tienen razón ante Dios. Pablo enfatiza en Filipenses que la justicia es un don de Dios y «la justicia de Dios» en Romanos 10 no debe interpretarse de manera diferente a la justicia en Filipenses 3. Esto significa que la justicia de Dios en Romanos 10:3 muy probablemente se refiere a la justicia de Dios como regalo. La justicia de Dios no se obtiene guardando la ley; se da a los que ponen su fe en Dios. Entonces, es casi seguro que la «justicia de Dios» en Romanos 1:17 y 3:21-22 tiene el mismo significado que encontramos en Romanos 10 y Filipenses 3. Todos estos textos enseñan que la justicia es un don de Dios dado a los creyentes.
La frase «la justicia de Dios» también puede referirse a un atributo de Dios. En Romanos 3:5 y 3:25-26, el énfasis está en la justicia de Dios en el juicio. La justicia de Dios se revela cuando juzga al mundo en el último día (Ro 3:5). Dios también muestra Su rectitud (Su santidad y justicia) cuando Su ira fue aplacada mediante la muerte de Jesús en la cruz (3:25-26). En la cruz de Jesucristo se encuentran la justicia juzgadora y salvadora de Dios (Ro 3:21-26). Dios se revela como Salvador y Juez, misericordioso y santo. La justicia de Dios se manifiesta en el evangelio en que se revelan tanto el amor como la santidad de Dios. El hecho de que la justicia de Dios incluye la idea del juicio está respaldado por Romanos 2:5, «Pero a causa de tu dureza y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando para ti mismo ira para el día de la ira, cuando se manifieste el justo juicio de Dios (gr. dikaiokrisias)». Que la rectitud de Dios incluye la idea de santidad o justicia se muestra por la referencia a la «propiciación» o «propiciatorio» ( gr. hilasētrion, Ro 3:25), donde Dios tanto expió como propició los pecados. Esto significa que nuestros pecados fueron borrados (expiados) y satisfechos con la ira de Dios en la cruz (propiciados). Si la ira de Dios se aplacó en la cruz, entonces se manifiesta Su justicia, Su santidad. Los pecados del mundo no se esconden debajo de la alfombra. En cambio, Jesucristo tomó sobre Sí mismo el castigo que merecíamos.
La justificación de los impíos, entonces, es la justificación o vindicación de Dios, porque vindica Su santidad y justicia, mientras que al mismo tiempo revela Su misericordia y amor. La justicia de Dios se manifiesta en el juicio, pero el énfasis en Pablo está en la justicia salvadora de Dios cuando usa el término «justicia de Dios». Incluso cuando el texto denota la justicia salvadora de Dios, el don que Él da a los seres humanos, la justicia de Dios es también un atributo de Dios. En otras palabras, es tanto un genitivo de fuente («justicia de Dios») como un genitivo de descripción («justicia [que es] de Dios»). El don que Dios da a los seres humanos es Su propia justicia, Su propio carácter. La justicia de Dios en Jesucristo es imputada a los creyentes. En la cruz de Jesucristo, entonces, se revelan tanto la justicia salvadora como la juzgadora de Dios.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Sergio Paz.
Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.
Lecturas adicionales
- Brian Vickers, la sangre y la justicia de Jesús
- Brian Vickers, Justificación por gracia a través de la fe
- Charles Hodge, “ Justificación ”
- John Murray, “ Justificación ”
- John Piper, El futuro de la justificación: una respuesta a NT Wright
- NT Wright, Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo
- NT Wright, Lo que San Pablo realmente dijo
- Lee Irons, La justicia de Dios . Vea este resumen y revisión de la posición de Irons .
- Peter Stuhlmacher, Revisando la Doctrina de la Justificación de Pablo
- Stephen Westerholm, Justificación reconsiderada
- Thomas R. Schreiner, Fe sola