El pecado de muerte
Definición
El pecado de muerte es el pecado extremo contra el que advierte el apóstol Juan en su primera carta universal (1 Jn 5:16-17). Hay cuatro interpretaciones principales de este pasaje.
Sumario
Hay cuatro puntos de vista principales sobre quién comete el pecado que no conduce a la muerte y quién comete el pecado que sí lleva a la muerte: (1) un creyente comete ambos pecados, y el segundo creyente comete apostasía; (2) un incrédulo comete ambos pecados; (3) un creyente comete ambos pecados, y Dios puede disciplinar al segundo creyente con la muerte física; y (4) un creyente comete un pecado que no conduce a la muerte, y un incrédulo comete pecado que lleva a la muerte. Lo más probable es el cuarto punto de vista.
Introducción
El pecado de muerte es el pecado extremo contra el que advierte el apóstol Juan en 1 Juan 5:16-17:
«Si alguien ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él Dios dará vida a los que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; yo no digo que se deba pedir por ese. Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no lleva a la muerte».
Este pasaje presenta cuatro desafíos interpretativos que podemos desenvolver como cuatro pares de preguntas. (He señalado las respuestas que me parecen más probables).
Lo que sigue presenta y evalúa brevemente cuatro puntos de vista principales sobre quién comete el pecado que no lleva a la muerte y quién comete el pecado que lleva a la muerte en 1 Juan 5:16-17 (y se centra en los tres primeros desafíos interpretativos de la tabla anterior).
Punto de vista 1. Un creyente comete ambos pecados y el segundo creyente apostata.
Dios puede restaurar al primer creyente pecador y así confirmar que tiene vida eterna, pero el segundo creyente pecador —que fue un creyente genuino— apostata rechazando decididamente a Jesús y, por lo tanto, experimentará la muerte eterna. Así que «un pecado que no lleva a la muerte» es cualquier pecado excepto apostasía, y el «pecado que lleva a la muerte» es apostasía.[1] Esta opinión define la apostasía como un pecado que un creyente genuino puede cometer.
Evaluación: Esta opinión es incorrecta porque rechaza la seguridad eterna. Es decir, no afirma que Dios preserve soberanamente a todos los cristianos genuinos a través de la fe como eternamente salvos y seguros. En su primera carta, Juan explica cómo ver teológicamente a las personas que antes formaban parte de la comunidad cristiana pero que luego rechazaron a Cristo y abandonaron la comunidad: «Ellos salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros».
Por lo tanto, alguien puede afirmar ser un creyente, pero si no persevera en la fe, demuestra que nunca ha sido un creyente genuino. (Ver los artículos «¿Qué es la apostasía? ¿Puede un cristiano convertirse en apóstata?» y «El pecado imperdonable».)
Punto de vista 2. Un incrédulo comete ambos pecados.
Dios puede dar al primer incrédulo vida eterna, pero el segundo incrédulo experimentará la muerte eterna. Así que «un pecado que no conduce a la muerte» es cualquier pecado, excepto el «pecado que lleva a la muerte», y el «pecado que lleva a la muerte» es apostasía, como los falsos maestros de 1 Juan que había rechazado decididamente la verdadera enseñanza sobre quién es Cristo y lo que hizo Cristo.[2] John Stott sostiene que el «hermano» que comete un pecado que no conduce a la muerte no es cristiano:
«Juan debe usar aquí la palabra [hermano] en un sentido más amplio, ya sea de “vecino” o de un cristiano nominal, un miembro de la iglesia que profesa ser un “hermano”. Ciertamente en 2:9, 11 la palabra “hermano” no se usa estrictamente, porque el que lo odia no es cristiano en absoluto sino “en la oscuridad”. En 3:16-17 también la palabra parece tener esta connotación más amplia, en la que se nos ordena dar la vida “por nuestros hermanos” y suministrar las necesidades materiales de un “hermano necesitado”. Desde que Cristo murió por los impíos y por sus enemigos, apenas podemos suponer que debemos limitar nuestro sacrificio y servicio exclusivamente a nuestros hermanos y hermanas cristianos, y tener compasión solo por ellos. Una connotación tan amplia de la palabra hermano, implícita también en la enseñanza de Jesús (Mt 5:22-24; 7:3-5), “no surge tanto del carácter y la posición de aquel a quien llamas tu hermano, como por la naturaleza del afecto con que lo consideras” (Candlish). Esta sugerencia se apoya en el pasaje algo similar de la carta de Santiago (5:19-20)».[3]
Evaluación: Esta lectura es posible. Pero es muy improbable por al menos dos razones: (1) Juan identifica explícitamente al primer pecador como «hermano» (1 Jn 5:16), un término que en otra parte de la carta se refiere a cristianos genuinos (p. ej., 3:13-17). (2) La vista 2 debe decir que el único pecado que conduce a la muerte eterna es rechazar decisivamente a Cristo y a su expiación, pero la Biblia enseña que cualquier pecado conduce a la muerte eterna (Ro 6:23).
Punto de vista 3. Un creyente comete ambos pecados y Dios puede disciplinar al segundo creyente con la muerte física.
A diferencia del punto de vista 1, este afirma la seguridad eterna. A diferencia de los otros tres puntos de vista, la «vida» y la «muerte» son físicas y temporales (no eternas).[4] Así que «un pecado que no conduce a la muerte» es un pecado por el que Dios no disciplina a un creyente con muerte física, y el «pecado que conduce a la muerte» es un pecado por el que Dios puede disciplinar a un creyente con muerte física (como en 1 Co 11:30). La frase «conduciendo a la muerte» traduce πρὸς θάνατον (pros thanaton), y el otro único lugar donde la frase aparece en el Nuevo Testamento es en Juan 11:4, haciendo referencia a la muerte física. Cuando Jesús se enteró de que Lázaro estaba enfermo, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte [πρὸς θάνατον, pros thanaton]” (Jn 11:4).
Evaluación: Este punto de vista es posible pero improbable por al menos tres razones: (1) Juan empareja «vida» y «muerte» en 1 Juan 5:16 —17, y cada vez que esta carta menciona «vida» o «muerte» se refiere a la vida eterna y a la muerte eterna. (Para vida, ver 1:1, 2; 2:25; 3:14, 15; 5:11, 12, 13, 16; para la muerte, véase 3:14, «nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte»). En cuanto a los pros thanaton paralelo en Juan 11:4 y 1 Juan 5:16-17, el contexto literario de los dos pasajes difiere significativamente: Juan 11 trata sobre la vida física y la muerte, y 1 Juan trata de la vida eterna y la muerte. (3) Juan identifica explícitamente al primer pecador como un «hermano», pero no identifica el segundo pecador de esa manera.
Punto de vista 4. Un creyente comete un pecado que no lleva a la muerte, y un incrédulo comete pecado que lleva a la muerte.
Según este punto de vista,[5] Dios promete que dará vida eterna (es decir, la vida futura de resurrección) a los creyentes pecaminosos que se arrepienten (2:25).[6] Pero el segundo incrédulo experimentará la muerte eterna. Así que «un pecado que no conduce a la muerte» es cualquier pecado que un creyente pueda cometer (p. ej., 1:8-2:1), y el «pecado que lleva a la muerte» es cualquier pecado que un incrédulo pueda cometer, especialmente en el contexto de 1 Juan: la apostasía de los falsos maestros. Un incrédulo, por definición, no se arrepiente y, por lo tanto, peca de una manera que conduce a la muerte eterna. Más concretamente, 1 Juan advierte repetidamente a los creyentes sobre personas que anteriormente habían afirmado ser creyentes pero que habían abandonado la comunidad cristiana (p. ej., 2:19). Rechazaron decididamente la verdadera enseñanza sobre Cristo y estaban desobedeciendo los mandamientos de Dios y no a los creyentes amorosos. Estaban pecando de una manera que inevitablemente conduce a la muerte eterna.
Evaluación: Este punto de vista parece más probable que los demás ya que (1) identifica al «hermano» como un creyente genuino; (2) identifica la vida y la muerte como eternas; y (3) identifica los pecados en el contexto de la carta.
Conclusión
Concluyo lo siguiente con respecto a los cuatro puntos de vista principales sobre 1 Juan 5:16-17:
- Punto de vista 1 (un creyente comete ambos pecados y el segundo creyente apostatiza) es incorrecta.
- Los puntos de vista 2 a 4 pueden ser correctos.
- Punto de vista 2 (un incrédulo comete ambos pecados) parece menos probable que los puntos 3 y 4.
- Punto de vista 3 (un creyente comete ambos pecados y Dios puede disciplinar al segundo creyente con muerte física) parece más probable que el punto 2.
- Punto de vista 4 (un creyente comete un pecado que no conduce a la muerte, y un incrédulo comete pecado que lleva a la muerte) parece muy probable.
Los creyentes siguen pecando, pero el pecado no caracteriza a los creyentes. Lo que caracteriza a los creyentes es que confiesan sus pecados a aquel que es fiel y justo para perdonarles sus pecados y para limpiarlos de toda injusticia (1 Jn 1:9). Los creyentes tienen un defensor ante el Padre, Jesucristo el justo (2:1). No pecan conduciendo a la muerte eterna.
Los incrédulos pecan de una manera que lleva a la muerte eterna. En particular, este es trágicamente el caso de los incrédulos que se han apartado decisivamente de la fe; son apóstatas, personas que alguna vez afirmaron ser cristianos pero que abandonaron y renunciaron irreversiblemente al cristianismo ortodoxo.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Sol Acuña Flores.
Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.
Notas al pie
Lecturas adicionales
- Akin, Daniel L. 1, 2, 3 John.
- Brown, Raymond E. The Epistles of John: Translated, with Introduction, Notes, and Commentary.
- Busenitz, Irvin A. “The Sin unto Death.”
- Compton, R. Bruce. “Can a Christian Sin unto Death? Perseverance and 1 John 5:16.”
- Jobes, Karen H. 1, 2, 3 John.
- Kruse, Colin G. The Letters of John.
- Marshall, I. Howard. The Epistles of John.
- Scholer, David M. “Sins Within and Sins Without: An Interpretation of I John 5: 16–17.” Pages 230–46 in Current Issues in Biblical and Patristic Interpretation: Studies in Honor of Merrill C. Tenney.
- Smalley, Stephen S. 1, 2, 3 John.
- Smilie, Bruce Durelle. “‘Sin unto Death’: A Structural and Exegetical Study of 1 John 5:16–7.” PhD diss., Southwestern Baptist Theological Seminary, 1999.
- Storms, Sam. Kept for Jesus: What the New Testament Really Teaches about Assurance of Salvation and Eternal Security.
- Stott, John R. W. The Letters of John: An Introduction and Commentary.
- Tan, Randall K. J. “Should We Pray for Straying Brethren? John’s Confidence in 1 John 5:16–17.”
- Ward, Tim. “Sin ‘Not unto Death’ and Sin ‘Unto Death’ in 1 John 5:16.”
- Warfield, B. B. “Praying for the Erring.” ExpTim12 (1919): 536–40.
- Yarbrough, Robert W. 1–3 John.