Teofanía
Definición
Una teofanía es una aparición de Dios, una manifestación intensa de la presencia de Dios que se acompaña de una extraordinaria demostración visual.
Sumario
Una teofanía es una aparición de Dios, un subconjunto del tema de la presencia de Dios. Una teofanía es una manifestación intensa de la presencia de Dios que se acompaña de una extraordinaria demostración visual. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios retrató su presencia a su pueblo de varias maneras (como tormenta eléctrica, en un trono, como guerrero, como hombre), pero Jesucristo sirve como la teofanía culminante en la historia: Dios-se-hizo-hombre. Podemos entender cómo Dios puede presentarse a su pueblo como un mensajero o ángel en que Cristo vino como el mensajero de Dios, aunque Él era completamente Dios. En este misterio trinitario, comenzamos a ver las maneras en que Dios se ha hecho presente con su pueblo a lo largo de la historia.
Una teofanía es una aparición de Dios. Alternativamente, podemos decir que es una manifestación intensa de la presencia de Dios, acompañada de una extraordinaria demostración visual.
Instancias de la Teofanía
La aparición de Dios en el Monte Sinaí, en nubes, relámpagos y truenos (Éx 19), es una de las teofanías más grandes y memorables del Antiguo Testamento. Hay otras teofanías magníficas. El Señor se le aparece a Isaías, “sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo” (Is 6:1). El Señor se le aparece a Ezequiel, en medio de misteriosas “criaturas vivientes” que más tarde se identifican como “querubines” (Ez 1:10). También aparece como “el Anciano de los días” a Daniel en un sueño (Dn 7:1,9-10).
El significado de las teofanías
Las teofanías son expresiones intensas de un tema más amplio, el tema de la presencia de Dios. Él puede manifestar su presencia para destruir a sus enemigos, como en el caso de la rebelión de Coré (Nm 16:19, 30-35), o el juicio final sobre el gran trono blanco (Ap 20:11-15). Pero en la mayoría de los casos, Dios aparece principalmente para expresar su bendición pactual: “Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (Jer 31:33). Las teofanías son expresiones particularmente intensas y espectaculares de un tema teológico más amplio, a saber, que Dios se compromete a estar presente con su pueblo. Él está presente en la bendición porque la barrera del pecado y de la culpa es destruida por medio del sacrificio de Cristo.
En el Antiguo Testamento, la presencia de Dios a su pueblo presagia la presencia culminante de Dios cuando Cristo viene a la tierra: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo” (He 1:1-2). La profecía de Isaías le da a Cristo el nombre “Emmanuel” (que significa, Dios con nosotros) (Mt 1:23; cp. Is 7:14).
Podríamos decir, entonces, que Cristo es la teofanía final (cristofanía), la aparición culminante de Dios. Este elemento culminante pertenece tanto a su primera venida como a su segunda venida. En su primera venida, Él ya es “Emmanuel” (Mt 1:23). En su segunda venida “todo ojo le verá” (Ap 1:7). Puesto que Cristo es Dios en carne, cuando la gente ve a Cristo, ve a Dios (Jn 14:9). La bendición final de los santos es ver a Dios: “Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (Ap 22:4).
Pero debemos notar que la encarnación de Cristo es diferente de las instancias de teofanía del Antiguo Testamento. Las teofanías del Antiguo Testamento son preliminares. Anunciaban y prefiguraban la venida de Cristo en la carne. La venida de Cristo es su cumplimiento, su clímax (Mt 5:17). Además, la encarnación de Cristo es permanente, mientras que las teofanías en el Antiguo Testamento eran temporales. Las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento eran una indicación de su naturaleza preliminar. El Antiguo Testamento espera con interés lo nuevo, no solo por predicciones directas, sino también por símbolos que representan de antemano aspectos de quién es Cristo y lo que hará para lograr la redención. Así, las teofanías del Antiguo Testamento tienen una dimensión simbólica y prospectiva.
Intensidad relativa
La teofanía en el Monte Sinaí, la de Isaías y la de Ezequiel están entre las instancias más espectaculares del Antiguo Testamento. Pero hay otras. Las instancias notables se pueden comparar con las menos notables; las instancias claras se pueden comparar con las más misteriosas.
Por ejemplo, las descripciones en 2 Samuel 22:8-16 y Salmo 18:7-15 contienen un lenguaje sobre truenos y relámpagos, recordándonos al monte Sinaí. Es un lenguaje teofánico. Pero David lo usa poéticamente para expresar cómo Dios le cuidó en su angustia terrenal (2 S 22:7; Sal 18:6). ¿David vio literalmente una tormenta cuando Saúl lo perseguía (2 S 22:1)? ¿O es este pasaje más bien una expresión poética de cómo Dios estuvo presente invisiblemente durante las angustias de David? La teofanía de un tipo espectacular de manifestación y está relacionada con una presencia más amplia de Dios. Dios utiliza teofanías espectaculares para establecer relaciones con su pueblo que continúan todo el camino a través de la historia. Su presencia más tarde debe ser vista como una continuación de su presencia experimentada más vívidamente en la teofanía.
El ángel del Señor
Considere, por ejemplo, las experiencias de Manoa y su esposa, registradas en Jueces. El corazón de la historia comienza cuando “un ángel del Señor” aparece a la esposa de Manoa (Jue 3:13). ¿Quién es este “ángel del Señor”? La palabra “ángel”, que ocurre en la mayoría de las traducciones al inglés, puede inclinar a la gente a pensar que debe ser lo que en nuestra situación moderna llamaríamos un “ángel”, un ser espiritual creado que sirve a Dios. Un ejemplo de este tipo ocurre en Lucas, donde Zacarías se encuentra con el ángel Gabriel (Lc 1:11,19). Si Jueces 13 pertenece a la misma categoría, el ángel viene con una comisión de Dios mismo. Así, indirectamente, su presencia y su mensaje apuntan a la presencia de Dios. Pero aun así, un ángel es un ángel. Él no es Dios mismo.
Sin embargo, la situación es más complicada. En Jueces 13:3, la palabra hebrea subyacente es malak, que significa “mensajero”. Designa la función de una persona, no su estatus como Dios o como criatura. Por ejemplo, el profeta Hageo es “el mensajero del Señor” (Hag 1:13, usando la misma palabra clave en hebreo). Así es el sacerdote del Señor (Mal 2:7). Los ángeles creados son llamados “mensajeros” cuando llevan el mensaje del Señor.
Entonces, ¿quién es el personaje que aparece a la esposa de Manoa en Jueces? La mujer lo describe como “un hombre de Dios” (Jue 13:6). ¿Cree ella que es solo un mensajero humano, porque viene en forma humana? Ella dice que “su apariencia fue como la apariencia del ángel de Dios, muy asombrosa” (Jue 13:6). Ella interpreta que él es un ser sobrenatural.
Más tarde, el mismo Manoa conoce a este personaje. Dice: “¿Cuál es tu nombre?” (Jue 13:17). El mensajero da una respuesta profundamente misteriosa: “¿Por qué preguntas mi nombre, ya que es maravilloso?” (v. 18). Suena como si su nombre fuera el nombre divino, más allá de la comprensión. Después, Manoa concluye: “Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios” (v. 22; cursiva añadida). Misericordiosamente, Manoa y su esposa no mueren, pero la respuesta de Manoa proporciona evidencia de que este mensajero en particular era un mensajero que no solo sirvió para representar a Dios sino que era Dios.
Casos similares aparecen en otros lugares. El ángel o mensajero del Señor en Éxodo 23:21 es descrito diciendo: “Mi nombre está en él”. El nombre es el nombre divino, que es en sí divino. Así que el mensajero mismo es divino.
Agar, la esposa egipcia de Abraham, se encuentra con “el ángel del Señor” (Gn 16:7-14). El texto dice: “Entonces llamó el nombre del Señor que le habló: ‘Tú eres un Dios que ve’” (v. 13). La narrativa en su conjunto parece aprobar la comprensión de Agar. Ella no vio simplemente a un ángel creado, sino a Dios mismo.
Estos casos muestran que la expresión “el ángel del Señor” designa a un mensajero del Señor, pero no indica en sí misma si se trata de un mensajero que es divino o un mensajero que es un ángel creado, o incluso un mensajero humano como Hageo. El contexto es la clave para decidir.
La Trinidad en la mensajería divina
¿Puede haber un mensajero que sea divino? Un mensajero, casi por definición, es alguien que tiene un mensaje de otra persona, un mensaje que se le encarga de entregar en nombre de la persona que lo envió. Entonces, ¿qué concluimos cuando el mensajero es divino y cuando quien lo envió es Dios que es divino?
Aquí tenemos una anticipación del Antiguo Testamento de la enseñanza más completa del Nuevo Testamento acerca de la doctrina de la Trinidad. En el Nuevo Testamento, vemos que el único Dios verdadero es también tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Hijo es enviado por el Padre al mundo. El Hijo entrega las palabras que el Padre le da: “Lo que yo hablo, lo hablo tal como el Padre me lo ha dicho” (Jn 12:50; cp. 12:49). El Padre es el origen y el remitente del mensaje; el Hijo es el mensajero que lleva el mensaje.
El Padre habita en el Hijo, de modo que las palabras del Hijo son también palabras del Padre. Y, por supuesto, son las palabras del Espíritu que habita en el Hijo. Todo esto es muy misterioso, porque la Trinidad es misteriosa.
La Trinidad en las teofanías
Solo con la doctrina de la Trinidad vemos cómo Manoa y Agar pudieron haber conocido a Dios. Dios es el remitente del mensaje y Dios es el portador del mensaje, ambos en una apariencia. Él es el comisionado y Él es el mensajero. El Padre les habla por medio del Hijo en el poder del Espíritu Santo. Las teofanías del Antiguo Testamento están siempre a un nivel profundo de teofanías trinitarias. Dios aparece de una manera totalmente coherente con quién Él es. Él es Dios en tres personas.
Tipos de teofanías
Hasta cierto punto, podemos clasificar las teofanías en diferentes tipos. Hay teofanías en tormentas eléctricas, como el Monte Sinaí. Hay teofanías de la corte, en las cuales Dios aparece en su trono en medio de siervos angelicales (Dn 7:9-10). Hay teofanías donde Dios aparece en forma humana (por ejemplo, a Manoa y su esposa). Hay teofanías donde Dios es descrito como parecido a un guerrero humano (Éx 15:3; Is 49:17). Hay teofanías de carros, donde Dios es descrito como montado en un carro (Sal 18:10; Ez 1:15-21). Hay teofanías de la gloria y las nubes, cuando Dios aparece en una nube brillante de “gloria”, o a veces en una nube oscura. Dios refleja su gloria en el mundo creado, para que podamos ver la analogía entre la creación y la teofanía (Sal 104:1-4).
Jesucristo, como la “teofanía” culminante, es el cumplimiento de todas las comunicaciones simbólicas en formas teofánicas.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Sol Acuña Flores
Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.
Lecturas adicionales
- Andrew S. Malone, Knowing Jesus in the Old Testament?: A Fresh Look at Christophanies
- Ernst W. Hengstenberg, Christology of the Old Testament
- Glenn R. Kreider, God with Us: Exploring God’s Personal Interactions with His People throughout the Bible
- J. Ryan Lister, The Presence of God: Its Place in the Storyline of Scripture and the Story of Our Lives
- Vern S. Poythress, Theophany: A Biblical Theology of God’s Appearing