El Visitante había llegado
a la estructura de piedra
que nadie había usado.
Y aunque fue llevado,
por voluntad propia
había ingresado.
Al tercer día salió.
La visita fue fugaz.
Murió y se levantó
para que tengamos
vida en Su faz.
No está aquí, porque ha resucitado, tal como Él dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto (Mt 28:6).