Hace unos años, me senté en frente de mi computadora y me puse a buscar recursos en español que hablaran sobre la centralidad de evangelio. No encontré nada. Estoy seguro que habían personas que estaban hablando del tema, y aun más importante, viviendo vidas centradas en el evangelio, pero el tema no era muy conocido ni hablado. Quizás la frase en sí no era muy popular, pero en lo personal, yo no conocía a muchas personas que consideraban el evangelio como una parte central de su fe, teología y práctica.
Hoy en día la historia está cambiando. Con el aumento de páginas web, libros y conferencias, también ha aumentado el uso de esta frase (al menos dentro de algunos círculos cristianos) y pareciera que hay un resurgimiento de cristianos regresando al evangelio, y con eso, ¡más personas escribiendo sobre la centralidad del evangelio! Esto me alegra. Cualquier discusión sobre la centralidad del evangelio es una buena discusión.
Sin embargo, cuando muchos comienzan a usar una frase como “centralidad del evangelio”, fácilmente pueden asignarle su propia definición. Cuando esto ocurre, las personas terminan usando la misma frase para decir cosas diferentes. Esto causa confusión teológica y es un peligro verdadero que debemos considerar. Debemos hablar con claridad en estos temas.
En este post, me gustaría tratar de traer un poco de claridad a una duda que he escuchado varias veces. En su forma más simple, la duda es la siguiente: si toda la Biblia es inspirada por Dios, ¿por qué solo centrarnos en el evangelio?
Todo el consejo de Dios a la luz del evangelio
El argumento, si lo entiendo correctamente, va así: es bueno estar centrado en el evangelio, siempre y cuando no dejemos que nuestro celo por el evangelio obstruya nuestra necesidad de leer, considerar y aplicar a nuestra vida el resto del consejo de Dios. Después de todo, la misma Biblia enseña que toda la Palabra de Dios es igualmente inspirada por Él y relevante para nosotros (2 Tim. 3:16).
Este conocido pasaje, al igual que Hechos 20:27 («pues no rehuí declararles todo el propósito de Dios») pareciera enseñar que el cristiano no debe limitarse a solamente estar centrado en el evangelio, sino que debe contemplar también el resto de la Palabra, incluyendo las partes que no hablan acerca del evangelio de manera explícita. Entonces, dicen algunos, estemos centrados en el evangelio, pero no olvidemos que hay otras partes importantes de la Biblia también.
Entiendo esta duda, pero creo que pensar así no tanto resuelve el problema, sino que crea uno más grande. Sin lugar a dudas, el cristiano debe contemplar toda la Escritura. Este es nuestro llamado y la centralidad del evangelio de ninguna manera lo contradice. La centralidad del evangelio nunca se ha tratado de solo enfocarse en las partes de la Biblia que hablan explícitamente acerca del evangelio, o de considerar estas superiores a las que no.
Al contrario, estar centrado en el evangelio es buscar cumplir lo que Pablo dice en Hechos 20:27, reconociendo que «todo el propósito (o consejo) de Dios» se refiere a Su plan de redención revelada en las Escrituras. En la Biblia hay pasajes difíciles y textos impopulares, y estas solo se interpretan correctamente a la luz de toda la historia redentora de Dios, la cual culmina en la obra y persona de Jesús: el evangelio.
Sí, toda la Biblia es «inspirada por Dios, útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”, pero recordemos también el fin: «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). Con estas palabras, Pablo está pensando en Timoteo y su ministerio, pero también nos enseña que la Palabra de Dios es suficiente para conocer el evangelio y vivir a la luz de él.
Nuestro anhelo no es que solo hablemos del evangelio, sino que hablemos de todo el consejo de Dios a la luz del evangelio. Tratar el evangelio de cualquier otra manera sería relegarla a sola una doctrina más.