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No todos los dones están relacionados con nuestro hablar. Por eso Pedro continúa diciendo, en 1P. 4:11: “Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da”. Esa palabra que Pedro usa aquí, y que RV traduce como “ministrar”, señala una amplia gama de servicios a través de los cuales los cristianos podemos manifestar el amor y la misericordia.

Todas las iglesias de Cristo tendrán necesidades peculiares de servicio y Dios proveerá a cada iglesia los dones necesarios para suplir esas necesidades particulares. Por ejemplo, en nuestra iglesia hay un ejército de hermanos y hermanas que sirve silenciosamente para que cada semana nosotros podamos llevar a cabo nuestro culto de adoración en el edificio en una forma adecuada.

Desde poner en orden el salón de culto, organizar los parqueos, limpiar los baños, trabajar en el sonido, hasta cuidar a los niños de cuna para que las madres puedan beneficiarse del culto de adoración.

Cada domingo en la mañana varios hermanos de nuestra congregación salen temprano en sus vehículos para llevar a aquellos que van a predicar en otras obras del interior de la isla.

Es probable estos hermanos no tengan el don de predicar, pero por el don de servicio que tienen, hacen posible que muchos reciban la Palabra de Dios cada semana.

¿Y qué podemos decir de aquellos que sirven a Dios intercediendo fielmente en oración por la expansión de Su reino? Muchos de nosotros hemos oído hablar de William Carey, el padre de las misiones modernas. Este hombre no solo llevó el evangelio a la India en medio de muchas dificultades, sino que tradujo la Biblia, ya sea en parte o completa, a unos cuarenta idiomas.

Pero es probable que mucha gente que sabe quién fue Carey nunca hayan oído hablar de su hermana, que estando en Londres postrada y casi paralizada por completo, día tras días, semana tras semana, mes tras mes, se mantenía orando por todos los detalles y todas las luchas que su hermano estaba librando en la India.

Alguien preguntaba con respecto a la obra de Carey y al servicio de su hermana en oración: “¿A qué cuenta acreditará Dios las victorias ganadas a través de este hombre tan extraordinario?” (J. Bridges).

Dios no ve las cosas como el hombre las ve. Nosotros vemos al predicador o al que escribe un libro que mucha gente lee y del que mucha gente se beneficia. Pero Dios mira también a esa hermana que fue a darle una mano de ayuda a aquella otra que estaba enferma, o a ese hermano que siempre está disponible cada vez que un miembro de la iglesia tiene un apuro.

Esa es la multiforme gracia de Dios operando en la iglesia a través de dones muy diversos, por medio de los cuales Él nos muestra Su cuidado, Su amor y Su misericordia.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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