Cuando Salomón terminó de orar, hubo gran silencio y sobria reverencia. Descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y “la gloria del Señor llenó el templo” (2 Crónicas 7:1). Dios mismo aprobó tanto el templo como la oración dedicatoria de Salomón. Los miles de israelitas que estuvieron presentes vieron ciertamente las cosas de esa manera (7:3) y cantaron otra vez: “El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre” (7:3). El festival de celebración que se describe en los versículos siguientes (7:4-10) no tuvo igual.
Hay más. De la misma manera que el Señor se había aparecido personalmente a Abraham, Isaac y Jacob—y al propio padre de Salomón, David—, ahora se le aparece, por el medio que sea, a Salomón. Notemos:
(1) “He escuchado tu oración, y he escogido este templo para que en él se me ofrezcan sacrificios” (7:12; cf. 7:16 y la meditación del 26 de noviembre, énfasis añadido). Dios mismo ve el sistema de sacrificios como el corazón del templo. Después, resume nuevamente su disposición a responderle a su pueblo cuando se desvíen y luego oren; pues este templo, de acuerdo con la autorrevelación misericordiosa de Dios, institucionaliza las diversas ofrendas por el pecado que son el medio por el cual los pecadores culpables pueden ser reconciliados con Dios mediante los sacrificios que él mismo ha ordenado y provisto.
(2) Gran parte de las demás palabras de Dios a Salomón siguen por una de dos líneas. La primera es reconfortante, pues Dios afirma que sus ojos siempre estarán abiertos a su templo y escuchará las oraciones de los que se arrepientan. Segundo, esta aparición a Salomón también es una advertencia, incluso una amenaza. Dios le dice a Salomón que si la nación (el “vosotros” del versículo 19: “más si vosotros os volvéis”) sucumbe a la rebelión y la idolatría, llegará el momento en que Dios descenderá sobre ellos con juicio, echará a su pueblo de la tierra prometida y diezmará de tal manera a Jerusalén y al templo, que la gente se espantará; la única explicación satisfactoria que escucharán será que Dios envió el desastre sobre ellos por su pecado (7:19-22). Desde la perspectiva de Dios, el pueblo ha recibido una advertencia justa; desde la del cronista, está preparando el camino hacia la trágica conclusión a su libro; desde la perspectiva canónica, a los lectores cristianos se les recuerda que todos los sistemas y estructuras, incluso aquellos que apuntan a Cristo, estaban destinados a fracasar en este mundo quebrantado hasta que apareciera Aquel a quien apuntaban.
(3) La promesa de 7:14 se suele citar como una clave central para el avivamiento. Pero debemos destacar los temas relacionados con templo, la tierra y el pueblo del pacto: todos ellos contextualmente específicos, en su forma, con el antiguo pacto. Pero hay una extensión legítima, fundamentada en la realidad de que la justicia exalta a una nación, pero el pecado es un reproche. Dios llama a todos los pueblos al arrepentimiento.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
La repuesta de Dios (Habacuc 2) a la segunda queja de Habacuc (véase la meditación de ayer) la responde y la elude en parte. Más precisamente, desestima una parte de la pregunta del profeta poniendo todo el peso en la otra. Es evidente que Dios juzga que su respuesta es tan importante que desea que circule (2:2), de modo que lo que empieza como una comunicación privada da el primer paso para que se la incorpore al canon.
Dios describe a los babilonios “típicos” (2:4-5): fanfarrones, con deseos corruptos, a menudo intoxicados, arrogantes, nerviosos, avariciosos, violentos y opresores. Exactamente lo contrario de cómo quiere Dios que sea un ser humano, el portador de la imagen divina: “El justo vivirá por su fe” (2:4). Desde hace tiempo, existe una disputa en cuanto a si la palabra para “fe” debería traducirse adecuadamente “fidelidad”, en particular porque esta línea se cita en el Nuevo Testamento (Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos10:37-38). Aunque hay firmes voces en ambos lados, se puede presentar un buen argumento para conservar la ambigüedad. Frente a la persona cuya desgraciada conducta Dios describe en el contexto, él ciertamente quiere que las personas sean “fieles”. Por otra parte, las dos líneas anteriores afirman que el impío es “insolente” y sus deseos “no son rectos”, exactamente lo contrario a una persona de “fe” genuina, que en la Biblia depende de Dios y, por tanto, no puede ser arrogante (algo que presupone independencia de Dios) ni corrupto.
Cualquiera que sea la forma lógica de entender esta línea, los babilonios son tan impíos, dice Dios, que todas sus víctimas antiguas se levantarán un día y obsesionarán a los opresores con una larga lista de “ayes” (2:6, 9, 12, 15, 19), dramáticas maldiciones pronunciadas sobre ellos por sus graves pecados. Estos ayes deberían hacer reflexionar a cualquier nación con hambre de actuar con justicia. El último está ligado a la idolatría: “¡Ay del que le dice al madero: “Despierta”, y a la piedra muda: “Levántate”! Aunque están recubiertos de oro y plata, nada pueden enseñarle, pues carecen de aliento de vida”. Por el contrario: “El Señor está en su santo templo; ¡guarde toda la tierra silencio en su presencia!” (2:19-20). Es como si la impiedad de los babilonios se remontara hasta su idolatría. Las palabras son un poderoso recordatorio de que Dios reina sobre todas las naciones y aborrece la idolatría que conduce a las personas a jadear tras las cosas creadas en lugar de seguir al Creador que las hizo y a quien le deben todo (cf. Romanos 1:18 ss.)
Vemos, pues, que Dios no ha explicado cómo puede usar a una nación más impía para castigar a otra menos perversa, sino que ha dicho que sabe más sobre la perversidad de los babilonios que Habacuc; que él lleva la cuenta; que un día se hará justicia.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
7 Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del SEÑOR llenó la casa. 2 Los sacerdotes no podían entrar en la casa del SEÑOR, porque la gloria del SEÑOR llenaba la casa del SEÑOR. 3 Y todos los israelitas, viendo descender el fuego y la gloria del SEÑOR sobre la casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron al SEÑOR, diciendo: «Ciertamente Él es bueno; ciertamente Su misericordia es para siempre».
4 Entonces el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificio delante del SEÑOR. 5 Y el rey Salomón ofreció un sacrificio de 22,000 bueyes y 120,000 ovejas. Así dedicaron la casa de Dios, el rey y todo el pueblo. 6 Los sacerdotes estaban en sus debidos lugares, también los levitas con los instrumentos de música para el SEÑOR, los cuales había hecho el rey David para alabar al SEÑOR (porque para siempre es Su misericordia), cuando David ofrecía alabanza por medio de ellos. Los sacerdotes tocaban trompetas frente a ellos, y todo Israel estaba de pie. 7 Salomón consagró también la parte central del atrio que estaba delante de la casa del SEÑOR, pues allí había ofrecido los holocaustos y la grasa de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que Salomón había hecho no podía contener el holocausto, la ofrenda de cereal y la grasa.
8 Salomón celebró la fiesta en aquella ocasión por siete días, y todo Israel con él, una asamblea muy grande, que vinieron desde la entrada de Hamat hasta el torrente de Egipto. 9 Y al octavo día tuvieron una asamblea solemne; porque habían celebrado la dedicación del altar por siete días y la fiesta por siete días. 10 Entonces, el día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas, gozosos y alegres de corazón por el bien que el SEÑOR había mostrado a David, a Salomón y a Su pueblo Israel.
11 Así acabó Salomón la casa del SEÑOR y el palacio del rey, y llevó a cabo todo lo que se había propuesto hacer en la casa del SEÑOR y en su palacio. 12 Y el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: «He oído tu oración, y he escogido para Mí este lugar como casa de sacrificio. 13 Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre Mi pueblo, 14 y se humilla Mi pueblo sobre el cual es invocado Mi nombre, y oran, buscan Mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. 15 Ahora Mis ojos estarán abiertos y Mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar, 16 pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que Mi nombre esté allí para siempre, y Mis ojos y Mi corazón estarán allí todos los días. 17 Y en cuanto a ti, si andas delante de Mí como anduvo tu padre David, haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y guardas Mis estatutos y Mis ordenanzas, 18 Yo afirmaré el trono de tu reino como pacté con tu padre David, diciendo: “No te faltará hombre que gobierne en Israel”.
19 »Pero si ustedes se apartan y abandonan Mis estatutos y Mis mandamientos que he puesto delante de ustedes, y van y sirven a otros dioses y los adoran, 20 Yo los arrancaré de Mi tierra que les he dado, y echaré de Mi presencia esta casa que he consagrado a Mi nombre, y la convertiré en refrán y escarnio entre todos los pueblos. 21 Y en cuanto a esta casa, que ha sido exaltada, todo el que pase cerca de ella, se asombrará y dirá: “¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra y a esta casa?”. 22 Y responderán: “Porque abandonaron al SEÑOR, Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y tomaron otros dioses, los adoraron y los sirvieron; por eso Él ha traído toda esta adversidad sobre ellos”».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
1 El anciano a la señora escogida y a sus hijos, a quienes amo en verdad, y no solo yo, sino también todos los que conocen la verdad, 2 a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre: 3 La gracia, la misericordia, y la paz estarán con nosotros, de Dios el Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y amor.
4 Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad, tal como hemos recibido mandamiento del Padre. 5 Ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. 6 Y este es el amor: que andemos conforme a Sus mandamientos. Este es el mandamiento tal como lo han oído desde el principio, para que ustedes anden en él. 7 Pues muchos engañadores han salido al mundo que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el engañador y el anticristo.
8 Tengan ustedes cuidado para que no pierdan lo que hemos logrado, sino que reciban abundante recompensa. 9 Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios. El que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo. 10 Si alguien viene a ustedes y no trae esta enseñanza, no lo reciban en casa, ni lo saluden, 11 pues el que lo saluda participa en sus malas obras.
12 Aunque tengo muchas cosas que escribirles, no quiero hacerlo con papel y tinta, sino que espero ir a verlos y hablar con ustedes cara a cara, para que su gozo sea completo. 13 Te saludan los hijos de tu hermana escogida.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
2 Estaré en mi puesto de guardia, Y sobre la fortaleza me pondré; Velaré para ver lo que Él me dice, Y qué he de responder cuando sea reprendido.
2 Entonces el SEÑOR me respondió: «Escribe la visión y grábala en tablas, Para que corra el que la lea. 3 Porque es aún visión para el tiempo señalado; Se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; Porque ciertamente vendrá, no tardará.
4 »Así es el orgulloso: En él, su alma no es recta, Mas el justo por su fe vivirá. 5 Además, el vino traiciona al hombre arrogante, De modo que no se queda en casa. Porque ensancha su garganta como el Seol, Y es como la muerte, que nunca se sacia; Reúne para sí todas las naciones, Y recoge para sí todos los pueblos.
6 »¿No pronunciarán todos estos contra él una sátira, Y burlas e intrigas contra él? Y dirán: “¡Ay del que aumenta lo que no es suyo ¿hasta cuándo? Y se hace rico con préstamos!”. 7 ¿No se levantarán de repente tus acreedores, Y se despertarán tus cobradores? Ciertamente serás despojo para ellos. 8 Porque tú has despojado a muchas naciones, Todos los demás pueblos te despojarán a ti, Por la sangre humana y la violencia hecha a la tierra, Al pueblo y a todos sus habitantes.
9 »¡Ay del que obtiene ganancias ilícitas para su casa, Para poner en alto su nido, Para librarse de la mano de la calamidad! 10 Has tramado cosa vergonzosa para tu casa, Destruyendo a muchos pueblos, Pecando contra ti mismo. 11 Ciertamente la piedra clamará desde el muro, Y la viga le contestará desde el armazón.
12 »¡Ay del que edifica una ciudad con sangre Y funda un pueblo con violencia! 13 ¿No viene del SEÑOR de los ejércitos Que los pueblos trabajen para el fuego Y las naciones se fatiguen en vano? 14 Pues la tierra se llenará Del conocimiento de la gloria del SEÑOR Como las aguas cubren el mar.
15 »¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti que mezclas tu veneno hasta embriagarlo, Para contemplar su desnudez! 16 Serás saciado de deshonra más que de gloria. Bebe tú también y muestra tu desnudez. Se volverá sobre ti la copa de la diestra del SEÑOR, Y la ignominia sobre tu gloria. 17 Porque la violencia contra el Líbano te cubrirá, Y el exterminio de las fieras te aterrará, A causa del derramamiento de sangre humana y la violencia hecha a la tierra, A la ciudad y a todos los que habitan en ella.
18 »¿De qué sirve el ídolo que su artífice ha esculpido, O la imagen fundida, maestra de mentiras, Para que su hacedor confíe en su obra Cuando hace ídolos mudos? 19 ¡Ay del que dice al madero: “Despierta”, O a la piedra muda: “Levántate!”. ¿Será esto tu maestro? Mira que está cubierto de oro y plata, Y no hay aliento alguno en su interior. 20 Pero el SEÑOR está en Su santo templo: Calle delante de Él toda la tierra».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
21 Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. 2 Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre;
3 y dijo: «En verdad les digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos; 4 porque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir».
5 Mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: 6 «En cuanto a estas cosas que ustedes están mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».
7 Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando estas cosas vayan a suceder?». 8 Jesús respondió: «Cuídense de no ser engañados; porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y: “El tiempo está cerca”. No los sigan. 9 Y cuando oigan de guerras y disturbios, no se aterroricen; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente».
10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo.
12 »Pero antes de todas estas cosas, a ustedes les echarán mano, y los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y cárceles, llevándolos ante reyes y gobernadores por causa de Mi nombre. 13 Esto les dará oportunidad de testificar. 14 Por tanto, propónganse en sus corazones no preparar de antemano su defensa; 15 porque Yo les daré a ustedes palabras y sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
16 »Pero serán entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de ustedes, 17 y serán odiados de todos por causa de Mi nombre. 18 Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. 19 Con su perseverancia ganarán sus almas.
20 »Pero cuando ustedes vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan entonces que su desolación está cerca. 21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22 Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 »¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo. 24 Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
25 »Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, 26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas.
27 »Entonces verán al HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN UNA NUBE con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas empiecen a suceder, levántense y alcen la cabeza, porque se acerca su redención».
29 Jesús les dijo también una parábola: «Miren la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan las hojas, al verlo, ustedes mismos saben que el verano ya está cerca. 31 Asimismo ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. 32 En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.
34 »Estén alerta, no sea que sus corazones se carguen con disipación, embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre ustedes como un lazo; 35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la superficie de toda la tierra. 36 Pero velen en todo tiempo, orando para que tengan fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre».
37 Durante el día Jesús enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos. 38 Y todo el pueblo iba temprano al templo a escuchar a Jesús.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com