Han llegado los días del castigo, han llegado los días de la retribución. ¡Que lo sepa Israel! (9:7). Este capítulo (Oseas 9) describe algunas de las conexiones entre el pecado y el juicio.
(1) El lenguaje de prostitución sigue: “¡Le has sido infiel a tu Dios! Prefieres la paga de prostituta que recibes en todos los trigales” (9:1). Tanto política como religiosamente, Israel coqueteó continuamente con dioses ajenos y poderes extraños. Amaba profundamente toda la ceremonia de la religión. Pero el tiempo en que será dispersado está llegando y se verá obligado a abandonar “la tierra del Señor” (9:3, 17). Israel regresará a “Egipto” (9:3); algunos israelitas acabaron allí, pero Egipto también es una forma de designar a cualquier país extraño y opresor. Efraín (= Israel) comerá “inmundicias en Asiria” (9:3). Aquí no sólo se está hablando de la impureza ceremonial de los alimentos, sino la perspectiva del exilio forzado. Todas las ofrendas de sus tan amadas fiestas y ceremonias se secarán (9.5); los castigos están atados a los pecados.
(2) La denigración sistemática de los profetas significa que el pueblo no puede escuchar las advertencias de Dios y, por tanto, su cinismo asegura que tropiecen en los juicios contra los que advirtieron los mensajeros de Dios. “Es tan grande tu maldad, y tan intensa tu hostilidad, que al profeta se le tiene por necio, y al hombre inspirado por loco. El profeta, junto con Dios, es el centinela de Efraín, pero enfrenta trampas en todos sus caminos, y hostilidad en la casa de su Dios” (9:7-8). ¿Hasta qué punto se aplica esto hoy?
(3) La historia de Israel pasa de las conexiones verdaderamente maravillosas con el Dios vivo —desde la perspectiva de Dios, era “como hallar uvas en el desierto” (9:10)— a la abominable degradación. El incidente de Baal Peor (9:10; cf. Números 25) es revelador, porque combina la falta de castidad en lo físico y en lo espiritual: las mujeres moabitas sedujeron a los hombres de Israel y el Baal moabita local atrajo su adoración. Nuestra cultura sigue el sexo con la misma ansiedad y, a veces, lo relaciona con la realización personal de la espiritualidad de la nueva era. El resultado en nuestro caso será el mismo de Baal Peor: el pueblo “se volvieron tan detestables como el objeto de su amor” (9:10). Uno acaba pareciéndose a aquello que adora (Salmo 115:8); cuanto más te identificas con ello, más lo defiendes y haces causa común con ello, y si es una abominación a Dios, pronto tú también lo serás. Así que la “gloria” se va (9:11), ya sea en el sentido de la reputación, del autorrespeto, del liderazgo moral o, finalmente, de la presencia misma de Dios (Ezequiel 8:6; 11:23).
Defender a un rey o a un presidente por su política económica cuando el núcleo moral se ha evaporado significa que nos hemos vuelto tan viles como las cosas que amamos.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Los libros de 1 y 2 de Reyes, aunque siguen las suertes de Judá y de Israel (el reino del sur y el del norte, respectivamente, tras la división después de la muerte de Salomón) se concentran en Israel, las diez tribus del norte. Se les dedica más espacio a los reyes de Israel que a los de Judá. Claro, cuando el reino del norte se hunde (ver la meditación de mañana) toda la atención se enfoca en el sur. En comparación, 1 y 2 de Crónicas cuentan de nuevo más o menos la misma historia, pero se centran más en Judá, el reino del sur.
No obstante, aun en 2 Reyes, a veces dedica bastante atención a uno de los reyes de Judá. Así sucede en 2 Reyes 16. En líneas generales, los reyes del norte degeneraban más rápidamente que en el sur. En el sur, se menciona muchos reyes que seguían al Señor, pero no como David lo había hecho; en el norte, se dice que muchos persistieron en los pasos de “Jeroboam, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel”. Pero de vez en cuando, se levantaba un rey muy malvado o estúpido en el sur. Y uno de ellos fue Acaz.
En términos religiosos y teológicos, Acaz fue un desastre: “a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agradaba al Señor su Dios. Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas” (16:2-3). En términos políticos, no le fue mucho mejor. Amenazado por Israel y Siria al norte, el rey Acaz de Judá decidió despojar al templo de su riqueza y enviársela al rey Tiglat Piléser de Asiria. Asiria era la superpotencia que se estaba levantando. Enviarle dinero como una especie de tributo y pedirle que atacara a Siria y a Israel para disminuir la presión sobre Judá, era un poco como lanzarle un pedazo de carne a un cocodrilo: puedes estar seguro de que va a querer más. Peor aún, el rey Acaz se enamoró tanto de Asiria, que introdujo algunas de sus prácticas paganas en el culto del templo. El temor condujo a Acaz hacia el poder pagano y su deferencia hacia el rey de Asiria (16:18) alimentó nuevas concesiones.
Como contraste, tenemos a Ezequías, dos capítulos más adelante, quien se enfrentó a una amenaza mucho mayor por parte de los asirios— en gran parte, a causa de la estupidez e infidelidad de Acaz—y, sin embargo, no transigió en modo alguno, sino que buscó con diligencia el rostro de Dios. Así descubrió, tal como lo experimentaron Moisés y los antepasados de Israel, que Dios es capaz de defender a su pueblo contra pocos o muchos; para él, no hay diferencia.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
16 En el año diecisiete de Peka, hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz, hijo de Jotam, rey de Judá. 2 Acaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén; pero no hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR su Dios como su padre David había hecho. 3 Anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar a su hijo por el fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que el SEÑOR había arrojado de delante de los israelitas. 4 Y sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, en las colinas y debajo de todo árbol frondoso.
5 Entonces Rezín, rey de Aram, y Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra y sitiaron a Acaz; pero no lo podían vencer. 6 En aquel tiempo Rezín, rey de Aram, recuperó a Elat para Aram, y echó a los judíos de Elat completamente; y los arameos vinieron a Elat y allí han morado hasta hoy.
7 Acaz envió mensajeros a Tiglat Pileser, rey de Asiria, diciéndole: «Yo soy tu siervo y tu hijo; sube y líbrame de la mano del rey de Aram y de la mano del rey de Israel que se han levantado contra mí». 8 Acaz tomó la plata y el oro que se hallaba en la casa del SEÑOR y en los tesoros de la casa del rey, y envió un presente al rey de Asiria. 9 El rey de Asiria lo escuchó, y el rey de Asiria subió contra Damasco y la tomó, y se llevó a su pueblo al destierro en Kir, y dio muerte a Rezín.
10 El rey Acaz fue a Damasco a ver a Tiglat Pileser, rey de Asiria, y vio el altar que estaba en Damasco; y el rey Acaz envió al sacerdote Urías el diseño del altar y su réplica, conforme a toda su hechura. 11 Y el sacerdote Urías edificó un altar; conforme a todo lo que el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías antes del regreso del rey Acaz de Damasco. 12 Cuando vino el rey de Damasco y vio el altar, el rey se acercó al altar y subió hasta él; 13 quemó su holocausto y su ofrenda de cereal, derramó su libación y roció la sangre de sus ofrendas de paz sobre el altar; 14 y el altar de bronce, que estaba delante del SEÑOR, lo trajo de delante de la casa, de entre su altar y la casa del SEÑOR, y lo puso al lado norte de su altar.
15 Entonces el rey Acaz dio órdenes al sacerdote Urías: «Quema sobre el gran altar el holocausto de la mañana y la ofrenda de cereal de la tarde, el holocausto del rey y su ofrenda de cereal, con el holocausto de todo el pueblo de la tierra y con su ofrenda de cereal y sus libaciones. Rocía sobre él toda la sangre del holocausto y toda la sangre del sacrificio. Pero el altar de bronce será para mí para consultar». 16 Y el sacerdote Urías hizo conforme a todo lo que el rey Acaz le había ordenado.
17 Entonces el rey Acaz cortó los bordes de las basas, y quitó de ellas la pila. También quitó el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de él y lo puso sobre un enlosado de piedra. 18 Y el pórtico para el día de reposo, que habían edificado en la casa, y la entrada exterior del rey, los quitó de la casa del SEÑOR a causa del rey de Asiria. 19 Los demás hechos de Acaz, lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 20 Acaz durmió con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David; y su hijo Ezequías reinó en su lugar.
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2 Pero en cuanto a ti, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina: 2 Los ancianos deben ser sobrios, dignos, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la perseverancia. 3 Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, 4 para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, 5 a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
6 Asimismo, exhorta a los jóvenes a que sean prudentes. 7 Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, 8 con palabra sana e irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros.
9 Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos en todo, que sean complacientes, no contradiciendo, 10 no defraudando, sino mostrando toda buena fe, para que adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador en todo respecto.
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. 14 Él se dio por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD Y PURIFICAR PARA SÍ UN PUEBLO PARA POSESIÓN SUYA, celoso de buenas obras.
15 Esto habla, exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie.
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9 No te alegres, Israel, con gran júbilo como las naciones, Porque te has prostituido, abandonando a tu Dios; Has amado el salario de ramera sobre todas las eras de trigo. 2 Ni la era ni el lagar los alimentarán, Y el vino nuevo les faltará. 3 No permanecerán en la tierra del SEÑOR, Sino que Efraín volverá a Egipto, Y en Asiria comerán cosas inmundas. 4 No harán libaciones de vino al SEÑOR, Ni le serán gratos sus sacrificios. Su pan les será como pan de duelo, Todos los que lo coman se contaminarán, Porque su pan será solo para ellos, No entrará en la casa del SEÑOR. 5 ¿Qué harán el día de la fiesta señalada Y el día de la fiesta del SEÑOR? 6 Pues se irán a causa de la destrucción; Egipto los recogerá, Menfis los sepultará. La ortiga poseerá sus tesoros de plata; Cardos crecerán en sus tiendas.
7 Han llegado los días del castigo, Han llegado los días de la retribución; ¡Que lo sepa Israel! Un insensato es el profeta, Un loco el hombre inspirado, A causa de la magnitud de tu culpa, Y por tu mucha hostilidad. 8 Vigía con mi Dios era Efraín, un profeta; Sin embargo, el lazo de cazador está en todos sus caminos, Y en la casa de su Dios solo hay hostilidad. 9 Se han corrompido profundamente Como en los días de Guibeá; Él se acordará de su iniquidad, Castigará sus pecados.
10 Como uvas en el desierto hallé a Israel; Como las primicias de la higuera en su primera cosecha vi a sus padres. Pero fueron a Baal Peor y se consagraron a la vergüenza, Y se hicieron tan abominables como lo que amaban. 11 Como un ave volará de Efraín su gloria: No habrá nacimiento, ni embarazo, ni concepción. 12 Aunque críen a sus hijos, Se los quitaré hasta que no quede hombre alguno. Sí, ¡ay de ellos también cuando de ellos me aparte! 13 Efraín, según he visto, Está como Tiro, plantado en pradera hermosa; Pero Efraín sacará a sus hijos al verdugo. 14 Dales, oh SEÑOR, ¿qué les darás? Dales matriz que aborte y pechos secos.
15 Toda su maldad está en Gilgal; Allí, pues, los aborrecí. Por la maldad de sus hechos Los expulsaré de Mi casa, No los amaré más; Todos sus príncipes son rebeldes. 16 Efraín está herido, su raíz está seca; No darán más fruto. Aunque den a luz, Yo mataré el fruto de su vientre. 17 Mi Dios los desechará Porque no lo han escuchado, Y andarán errantes entre las naciones.
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126 Cuando el SEÑOR hizo volver a los cautivos de Sión, Eramos como los que sueñan. 2 Entonces nuestra boca se llenó de risa, Y nuestra lengua de gritos de alegría; Entonces dijeron entre las naciones: «Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con ellos». 3 Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros; Estamos alegres.
4 Haz volver, SEÑOR, a nuestros cautivos, Como las corrientes en el sur. 5 Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo. 6 El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, En verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas.
127 Si el SEÑOR no edifica la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si el SEÑOR no guarda la ciudad, En vano vela la guardia. 2 Es en vano que se levanten de madrugada, Que se acuesten tarde, Que coman el pan de afanosa labor, Pues Él da a Su amado aun mientras duerme.
3 Un don del SEÑOR son los hijos, Y recompensa es el fruto del vientre. 4 Como flechas en la mano del guerrero, Así son los hijos tenidos en la juventud. 5 Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; No será avergonzado Cuando hable con sus enemigos en la puerta.
128 Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR, Que anda en Sus caminos. 2 Cuando comas del trabajo de tus manos, Dichoso serás y te irá bien. 3 Tu mujer será como fecunda vid En el interior de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo Alrededor de tu mesa. 4 Así será bendecido el hombre Que teme al SEÑOR.
5 El SEÑOR te bendiga desde Sión, Veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida, 6 Y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea sobre Israel!
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