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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Ezequiel 12

El contenido de Ezequiel 12 es fácil de entender.

Podemos imaginarnos el poder de los actos simbólicos de Ezequiel. A la vista de los exiliados, prepara su exiguo equipaje como si fuese un habitante de Jerusalén preparándose para una marcha de más de mil kilómetros hasta el exilio. Tendría que llevar sobre sus hombros lo que pudiese llevar. Por la noche, abre un agujero en el muro de adobe de su propia casa, lo cual simboliza probablemente el intento inútil de fuga de Sedequías y sus más allegados (2 Reyes 25:4; Jeremías 39:4): huyeron, pero no pudieron escapar. Ezequiel hace todas estas cosas sin decir una palabra y comunica un mensaje la mañana siguiente: “Yo soy una señal para vosotros. Lo que hice yo, os va a pasar a vosotros, pues seréis llevados cautivos al exilio” (12:11).

Seguidamente, añade más explicaciones (12:12-16).

El segundo acto simbólico abunda en algo que ya está teniendo lugar. Ezequiel seguía sometido al racionamiento de la comida impuesto en 4:9- 17 debido al hambre. Ahora, cuando come su parte, tiembla y simula estar aterrorizado y desesperado (12:17-20).

Después encontramos la sorprendente aplicación. El pueblo ha oído a muchos profetas y se ha vuelto tan escéptico que suele repetir dos proverbios: “Se cumple el tiempo, pero no la visión” (12:22); “El pueblo de Israel anda diciendo que tus visiones son para un futuro distante, y que tus profecías son a largo plazo” (12:27). Después de todo, no solo hay falsos profetas alrededor, sino que incluso los verdaderos, como Ezequiel y Jeremías (en Jerusalén), siguen prometiendo la destrucción de la ciudad pero continúan pasando los años con sus poderosos muros intactos. El segundo ha estado haciéndolo durante décadas. Sin duda, Dios considera el largo retraso como una prueba clara de su paciencia y misericordia, proveyendo múltiples oportunidades de arrepentimiento; el pueblo simplemente ha caído en el escepticismo. Así pues, el juicio llegará ciertamente, dice Ezequiel, y los proverbios populares ya no se pronunciarán más.

Pedro aplica la misma idea a los cristianos, sacada de otro relato del Antiguo Testamento. Después de que comenzasen las advertencias, pasaron décadas antes de que se produjese el diluvio y nadie estuvo preparado para el mismo excepto Noé y su familia. Por tanto, no es sorprendente que, en los “últimos días”, los que transcurrirán entre la primera venida de Cristo y la segunda, estos en que vivimos, surjan nuevas generaciones de personas que se mofan y hacen gala del mismo escepticismo malvado: “¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4). Sin embargo, el diluvio llegó, como también lo hará el fuego.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Samuel 3

Aún después de la muerte del Rey Saúl, David no se convirtió inmediatamente en el rey de Israel. Al principio, le ungieron como rey sobre Judá (2 Samuel 2:1-7) y sólo Judá: incluso Benjamín, que permaneció con Judá tras la división entre “Israel” y “Judá” cuando murió Salomón, estaba aliado en ese momento con las otras tribus (2:9).

Abner, el comandante de lo que quedaba del ejército de Saúl, instaló a Isboset—el hijo superviviente de Saúl—como rey de Israel (2:8-9). Se multiplicaron las luchas entre los ejércitos de David y los de Isboset. En muchas batallas de esos días, las tropas enemigas se enfrentaban en un choque brutal, seguido por persecución: uno de los bandos huía y el otro lo perseguía. En uno de estos enfrentamientos, Abner mató a uno de los tres hijos de Sarvia, Asael, del ejército de David (2:17-23). La muerte fue “limpia”; es decir, se cumplieron las reglas de la guerra y no fue un asesinato. Sin embargo, esta muerte precipitó algunos de los eventos más importantes de 2 Samuel 3.

Unir las diferentes zonas del país para ser leales a David fue un asunto turbio y a veces innoble, lo cual nos recuerda que en ocasiones, Dios utiliza la necedad y la maldad de la gente para cumplir sus buenos propósitos. Abner se acostó con una mujer que fue concubina de Saúl (3:6-7). Esto no sólo era una infracción de la ley moral, sino que, en el simbolismo de la época, Abner estaba tomando para sí el derecho a la realeza. Era un fuerte insulto y un reproche para Isboset. Por lo tanto, las razones de Abner para llevarle las once tribus a David tenían poco que ver con la integridad y el deseo de reconocer el llamado de Dios, y mucho más con la frustración contra Isboset y su propia sed de poder. Luego, Joab y sus hombres asesinan a Abner (3:22-27), puesto que Joab era uno de los hermanos de Asael. Pero esto sí fue asesinato y un desafío al salvoconducto de David.

Su manera de manejar esta crisis nos revela las grandes fortalezas de David y una de sus peores debilidades, fortalezas y debilidades que volverán a aparecer. Políticamente, David es muy astuto. Se distancia por completo de la acción de Joab e insiste en que este y otros líderes formen parte de la comitiva fúnebre de Abner. “La gente prestó atención, y a todos les pareció bien. En realidad, todo lo que hacía el rey les agradaba” (3:36). Por otro lado, David no le exigió cuentas a Joab; evadió su responsabilidad afirmando que “estos hombres, los hijos de Sarvia, son muy duros para mí” (3:39). En otras palabras, elude su responsabilidad tal como lo haría más adelante con su hijo Amnón (2 Samuel 13). Las consecuencias de esto último provocaron la revuelta de Absalón y casi le cuesta el trono a David. El camino de Dios nunca es abdicar de la responsabilidad que se nos ha ordenado bíblicamente.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

2 Samuel 3

3 Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se iba debilitando.

Hijos de David nacidos en Hebrón

A David le nacieron hijos en Hebrón; su primogénito fue Amnón, hijo de Ahinoam la jezreelita; el segundo, Quileab, de Abigail, viuda de Nabal de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai, rey de Gesur; el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital, y el sexto, Itream, de Egla, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón.

David y Abner

Durante la guerra que había entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner se fortaleció en la casa de Saúl. Y Saúl había tenido una concubina cuyo nombre era Rizpa, hija de Aja; entonces Isboset dijo a Abner: «¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?». Abner se enojó mucho por las palabras de Isboset, y dijo: «¿Acaso soy yo cabeza de perro que pertenece a Judá? Hoy he mostrado bondad hacia la casa de tu padre Saúl, hacia sus hermanos y hacia sus amigos, y no te he entregado en manos de David; sin embargo, tú me acusas hoy de una ofensa con esta mujer. Así haga Dios a Abner, y aún más, si lo que el Señor ha jurado a David no lo obtengo para él: 10 transferir el reino de la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Beerseba». 11 Y él ya no pudo responder a Abner ni una palabra, porque le temía.

12 Entonces Abner envió mensajeros a David de su parte y preguntó: «¿De quién es la tierra? Y que dijeran también: Haga su pacto conmigo, y mi mano será con usted para traer a usted a todo Israel». 13 Y David respondió: «Muy bien. Haré pacto contigo, pero una cosa demando de ti: No verás mi rostro a menos de que cuando vengas a verme traigas a Mical, la hija de Saúl». 14 Y David envió mensajeros a Isboset, el hijo de Saúl y le dijo: «Dame a mi mujer Mical, con la cual me desposé por 100 prepucios de los filisteos». 15 Isboset, pues, envió a quitársela a su esposo, a Paltiel, hijo de Lais. 16 Pero su esposo fue con ella, llorando mientras iba, y la siguió hasta Bahurim. Entonces Abner le dijo: «Ve, vuélvete». Y Paltiel se volvió.

17 Abner habló con los ancianos de Israel: «Hace tiempo que ustedes buscaban a David para que fuera su rey. 18 Ahora pues, háganlo. Porque el Señor ha hablado acerca de David, diciendo: “Por mano de Mi siervo David salvaré a Mi pueblo Israel de mano de los filisteos y de mano de todos sus enemigos”». 19 También Abner habló a oídos de los de Benjamín. Abner además fue a hablar a oídos de David en Hebrón de todo lo que parecía bien a Israel y a toda la casa de Benjamín.

20 Llegó Abner adonde estaba David, en Hebrón, y con él veinte hombres. Y David preparó un banquete para Abner y los hombres que lo acompañaban. 21 Y Abner dijo a David: «Me levantaré e iré a reunir a todo Israel junto a mi señor el rey para que hagan un pacto con usted, y sea rey sobre todo lo que su corazón desea». Entonces David despidió a Abner, y él se fue en paz.

22 Sucedió que los siervos de David y Joab vinieron de hacer una incursión trayendo consigo mucho botín; pero Abner no estaba con David en Hebrón, porque él lo había despedido y se había ido en paz. 23 Cuando llegó Joab y todo el ejército que estaba con él, le dieron aviso a Joab diciéndole: «Abner, hijo de Ner, vino al rey, y él lo ha despedido y se ha ido en paz». 24 Entonces Joab vino al rey y dijo: «¿Qué ha hecho? Ya que Abner vino a usted; ¿por qué, pues, lo ha despedido y él ya se ha ido? 25 Conoce a Abner, hijo de Ner, que vino a engañarlo y saber de sus salidas y de sus entradas, y a enterarse de todo lo que usted hace».

La muerte de Abner

26 Y saliendo Joab de donde estaba David, envió mensajeros tras Abner, y lo hicieron volver desde el pozo de Sira; pero David no lo sabía. 27 Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablarle en privado, y allí, por causa de la sangre de Asael su hermano, lo hirió en el vientre y murió. 28 Cuando David lo supo después, dijo: «Yo y mi reino somos inocentes para siempre delante del Señor de la sangre de Abner, hijo de Ner. 29 Caiga su sangre sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre, y nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo, ni quien sea leproso, ni quien se sostenga con báculo, ni quien muera a espada, ni quien carezca de pan». 30 Joab y su hermano Abisai mataron a Abner porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón.

31 Entonces David dijo a Joab y a todo el pueblo que estaba con él: «Rasguen sus vestidos, y cíñanse de cilicio, y hagan duelo delante de Abner». Y el rey David iba detrás del féretro. 32 Sepultaron, pues, a Abner en Hebrón. El rey alzó su voz y lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró también todo el pueblo. 33 Y el rey entonó una elegía por Abner, y dijo:

«¿Había de morir Abner como muere un insensato? 34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies puestos en grillos; Como el que cae delante de los malvados, has caído».

Y todo el pueblo volvió a llorar por él.

35 Entonces todo el pueblo se llegó a David para persuadirlo a que comiera pan mientras aún era de día. Pero David juró: «Así me haga Dios y aun más, si pruebo pan o cosa alguna antes de ponerse el sol». 36 Todo el pueblo reparó en ello, y les agradó, pues todo lo que el rey hacía agradaba a todo el pueblo. 37 Así todo el pueblo y todo Israel comprendió aquel día que no había sido el deseo del rey que se diera muerte a Abner, hijo de Ner. 38 Entonces el rey dijo a sus siervos: «¿No saben que un príncipe y un gran hombre ha caído hoy en Israel? 39 Hoy soy débil, aunque ungido rey; y estos hombres, hijos de Sarvia, son más duros que yo. Que el Señor pague al malhechor conforme a su maldad».

   

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1 Corintios 14

Superioridad del don de profecía

14 Procuren alcanzar el amor; pero también deseen ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticen. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia. Yo quisiera que todos hablaran en lenguas, pero aún más, que profetizaran. Porque el que profetiza es superior al que habla en lenguas, a menos de que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

Ahora bien, hermanos, si yo voy a ustedes hablando en lenguas, ¿de qué provecho les seré a menos de que les hable por medio de revelación, o de conocimiento, o de profecía, o de enseñanza? Aun las cosas inanimadas, como la flauta o el arpa, al producir un sonido, si no dan con distinción los sonidos, ¿cómo se sabrá lo que se toca en la flauta o en el arpa? Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

Así también ustedes, a menos de que con la boca pronuncien palabras inteligibles, ¿cómo se sabrá lo que dicen? Pues hablarán al aire. 10 Hay, quizás, muchas variedades de idiomas en el mundo, y ninguno carece de significado. 11 Pues si yo no sé el significado de las palabras, seré para el que habla un extranjero, y el que habla será un extranjero para mí.

12 Así también ustedes, puesto que anhelan dones espirituales, procuren abundar en ellos para la edificación de la iglesia. 13 Por tanto, el que habla en lenguas, pida en oración para que pueda interpretar. 14 Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.

15 Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento. Cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. 16 De otra manera, si bendices solo en el espíritu, ¿cómo dirá el «Amén» a tu acción de gracias el que ocupa el lugar del que no tiene ese don, puesto que no sabe lo que dices? 17 Porque tú, bien das gracias, pero el otro no es edificado.

18 Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes. 19 Sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para instruir también a otros, antes que diez mil palabras en lenguas.

20 Hermanos, no sean niños en la manera de pensar. Más bien, sean niños en la malicia, pero en la manera de pensar sean maduros. 21 En la ley está escrito: «Por hombres de lenguas extrañas y por boca de extraños hablaré a este pueblo, y ni aun así me escucharán», dice el Señor.

22 Así que las lenguas son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes. 23 Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos sin ese don o que son incrédulos, ¿no dirán que ustedes están locos? 24 Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o uno sin ese don, por todos será convencido, por todos será juzgado. 25 Los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre ustedes.

El orden en los cultos

26 ¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando se reúnan, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación. Que todo se haga para edificación. 27 Si alguien habla en lenguas, que hablen dos, o a lo más tres, y por turno, y que uno interprete. 28 Pero si no hay intérprete, que guarde silencio en la iglesia y que hable para sí y para Dios.

29 Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen. 30 Pero si a otro que está sentado le es revelado algo, que calle el primero. 31 Porque todos pueden profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 32 Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. 33 Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos.

34 Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley. 35 Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa, porque no es correcto que la mujer hable en la iglesia. 36 ¿Acaso la palabra de Dios salió de ustedes, o solo a ustedes ha llegado?

37 Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor. 38 Pero si alguien no reconoce esto, él no es reconocido.

39 Por tanto, hermanos míos, anhelen el profetizar, y no prohíban hablar en lenguas. 40 Pero que todo se haga decentemente y con orden.

   

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Ezequiel 12

Destierro del príncipe

12 Entonces vino a mí la palabra del Señor: «Hijo de hombre, tú habitas en medio de la casa rebelde; tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde. Y tú, hijo de hombre, prepárate el equipaje del destierro y sal al destierro de día, ante sus ojos; sal al destierro desde tu lugar a otro lugar, ante sus ojos. Quizá entiendan, aunque son una casa rebelde. Saca tu equipaje como equipaje del destierro, de día, ante sus ojos. Entonces sal tú por la tarde, ante sus ojos, como los que salen al destierro. Ante sus ojos haz un hueco en el muro y sal por él. Ante sus ojos carga el equipaje sobre los hombros y sácalo en la oscuridad. Cúbrete el rostro para no ver la tierra, porque te he puesto por señal a la casa de Israel».

Yo hice tal como se me había mandado. Saqué mi equipaje de día como el equipaje de un desterrado. Entonces al atardecer cavé con mis manos a través del muro; salí en la oscuridad y cargué el equipaje sobre los hombros, a la vista de ellos.

Por la mañana vino a mí la palabra del Señor: «Hijo de hombre, ¿no te ha dicho la casa de Israel, esa casa rebelde: “¿Qué estás haciendo?”. 10 Diles: “Así dice el Señor Dios: ‘Esta carga se refiere al príncipe en Jerusalén y a toda la casa de Israel que está en medio de ella’”.

11 »Yo soy su señal. “Como he hecho, así se hará con ellos; irán al destierro, a la cautividad”. 12 Y el príncipe, que está en medio de ellos, cargará su equipaje sobre los hombros en la oscuridad, y saldrá. Cavará un hueco en el muro para sacarlo. Cubrirá su rostro para no ver la tierra con sus ojos. 13 Extenderé Mi red sobre él y quedará preso en Mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, a la tierra de los caldeos; pero no la verá, y morirá allí. 14 Y a todos los que los rodean, sus servidores y todas sus tropas, los esparciré a todos los vientos y sacaré la espada tras ellos. 15 Y sabrán que Yo soy el Señor cuando los disperse entre las naciones y los esparza por las tierras. 16 Pero preservaré a algunos de ellos de la espada, del hambre y de la pestilencia, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde vayan, y sepan que Yo soy el Señor».

17 Y vino a mí la palabra del Señor: 18 «Hijo de hombre, come tu pan con temblor y bebe tu agua con estremecimiento y angustia. 19 Y dile a la gente de la tierra: “Así dice el Señor Dios acerca de los habitantes de Jerusalén sobre el suelo de Israel: ‘Comerán su pan con angustia y beberán su agua con terror, porque su tierra será despojada de su abundancia a causa de la violencia de todos los que habitan en ella. 20 Las ciudades habitadas serán devastadas y la tierra vendrá a ser una desolación. Así ustedes sabrán que Yo soy el Señor’”».

21 Entonces vino a mí la palabra del Señor: 22 «Hijo de hombre, ¿qué proverbio es ese que ustedes tienen acerca de la tierra de Israel, que dice: “Se alargan los días y desaparece toda visión”? 23 Por tanto, diles: “Así dice el Señor Dios: ‘Haré cesar este proverbio para que ya no lo usen como proverbio en Israel’. Diles, pues: ‘Se acercan los días y el cumplimiento de toda visión. 24 Porque ya no habrá ninguna visión falsa ni adivinación lisonjera en medio de la casa de Israel. 25 Porque Yo, el Señor, hablaré, y toda palabra que diga se cumplirá. No se demorará más, sino que en sus días, oh casa rebelde, hablaré la palabra y la cumpliré’, declara el Señor Dios”».

26 Y vino a mí la palabra del Señor: 27 «Hijo de hombre, la casa de Israel dice: “La visión que él ve es para dentro de muchos días, y para tiempos lejanos él profetiza”. 28 Por tanto, diles: “Así dice el Señor Dios: ‘Ninguna de Mis palabras se demorará más. Toda palabra que diga se cumplirá’”», declara el Señor Dios.

   

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Salmo 51

Oración de un pecador arrepentido

Para el director del coro. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, el profeta Natán lo visitó.

51 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; Conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra Ti, contra Ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de Tus ojos, De manera que eres justo cuando hablas, Y sin reproche cuando juzgas.

Yo nací en iniquidad, Y en pecado me concibió mi madre. Tú deseas la verdad en lo más íntimo, Y en lo secreto me harás conocer sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Haz que se regocijen los huesos que has quebrantado. Esconde Tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis iniquidades.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No me eches de Tu presencia, Y no quites de mí Tu Santo Espíritu. 12 Restitúyeme el gozo de Tu salvación, Y sostenme con un espíritu de poder. 13 Entonces enseñaré a los transgresores Tus caminos, Y los pecadores se convertirán a Ti.

14 Líbrame de delitos de sangre, oh Dios, Dios de mi salvación, Entonces mi lengua cantará con gozo Tu justicia. 15 Abre mis labios, oh Señor, Para que mi boca anuncie Tu alabanza. 16 Porque Tú no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; No te agrada el holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.

18 Haz bien con Tu benevolencia a Sión; Edifica los muros de Jerusalén. 19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, El holocausto y el sacrificio perfecto; Entonces se ofrecerán novillos sobre Tu altar.

   

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