¿Cuál es la meta de la iglesia? ¿Llenar los asientos cada domingo? ¿Aumentar su presupuesto? ¿Crear un montón de programas populares?
En “El Enrejado y La Vid”, Colin Marshall y Tony Payne sugieren algo más sencillo y sumamente más importante: hacer y desarrollar discípulos. El enfoque de la iglesia debe ser el hacer discípulos, alcanzando a los perdidos para madurarlos en Cristo para la gloria de Dios.
La metáfora principal del libro describe la relación de la Iglesia (la vid) y su infraestructura, comités, programas, y actividades (el enrejado). El argumento de los autores es que el enrejado debe apoyar el crecimiento de la vid, no dominarlo. Sin embargo, muchas iglesias se enfocan en los programas, la administración, las actividades y viajes, y no en el crecimiento de las personas en el evangelio.
El Enrejado y la Vid
Colin Marshall y Tony Payne
¿Cómo es que crecen los discípulos?
“La tarea fundamental de todo ministerio cristiano es la de predicar el evangelio de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, cuidando que la gente se convierta, cambie y alcance una mayor madurez en ese evangelio. Este trabajo es como plantar, regar, fertilizar y cuidar una planta”. (p. 14)
Cuando una iglesia se enfoca demasiado en las actividades del enrejado, el hacer de discípulos se deja a un lado. La iglesia necesita un enfoque que tome en serio la meta de hacer discípulos. Además, es necesario que los pastores y las congregaciones entiendan que el hacer discípulos es la responsabilidad de cada creyente, no sólo de los pastores.
“Nuestro argumento es que las estructuras no hacen crecer el ministerio, así como los enrejados no hacen crecer las vides, y que la mayoría de las iglesias necesitan hacer un cambio deliberado: dejar de erigir y mantener estructuras, y dedicarse a formar personas que sean discípulos de Cristo hacedores de discípulos de Cristo. Eso puede requerir de algunos cambios de mentalidad radicales que pueden ser dolorosos”. (p. 23)
Cambios de mentalidad radicales
Los autores presentan a lo menos once cambios de mentalidad en el capítulo que se llama “Todos los cristianos deben ser viñadores”. Los nuevos enfoques incluyen:
- Enfocarnos en las personas, en vez de llevar a cabo programas.
- Preparar a las personas, en vez de llevar a cabo eventos.
- Desarrollar a las personas, en vez de usarlas.
- Capacitar a nuevos trabajadores, en vez de llenar vacantes.
- Ayudar a las personas a avanzar, en vez de solucionar problemas.
- Desarrollar liderazgo de equipo, en vez de aferrarse a los pastores ordenados.
- Forjar sociedades pastorales, en vez de concentrarse en la estructura política de la iglesia.
- Establecer sistemas locales de capacitación, en vez de depender de otras instituciones dedicadas a ella.
- Apuntar a una expansión a largo plazo, en vez de concentrarnos en las presiones inmediatas.
- Ocuparse del ministerio, en vez de en la administración.
- Buscar el crecimiento del evangelio, en vez del crecimiento de la iglesia.
Obviamente, leer este libro no es suficiente para llevar todo esto cabo. Tampoco es suficiente predicar dos o tres sermones, o enseñar una clase nueva acerca del discipulado. Cultivar una iglesia llena de discípulos que hacen discípulos requiere intencionalidad, fidelidad y paciencia en cada parte de la iglesia.
Los autores sugieren cuatro etapas en el proceso de crecimiento individual en el evangelio: acercamiento, seguimiento, crecimiento, y discipulado (o capacitación). Esto quiere decir que cada persona en nuestras iglesias requiere que alguien le acerque el evangelio, le hable más sobre el evangelio, le ayude a crecer en el evangelio, y le capacite a servir en alguna forma.
La intencionalidad requiere un plan para capacitar a creyentes y a líderes dentro de la iglesia a cómo ser discípulos que hacen discípulos. Los últimos capítulos del libro hablan de manera práctica sobre cómo buscar y capacitar obreros (capítulos 9 y 10), los beneficios del aprendizaje en el ministerio (capítulo 11), y cómo empezar a crear una cultura de discipulado (capítulo 12).
Un llamado a volver a las Escrituras
“El Enrejado y La Vid” ha creado muchas conversaciones importantes sobre el discipulado y el ministerio. No es que Payne y Marshall hayan inventado un sistema radical para discipular; lo que hacen es un llamado para volver a las Escrituras para ver cómo la iglesia debe pensar en su identidad y papel de hacer discípulos.
Este llamado es importante, porque es muy fácil que perdamos el enfoque central. Es más sencillo medir el ministerio por el número de asistentes y por los programas que se ofrecen. Es más difícil medir el crecimiento espiritual en una iglesia; por eso tendemos a ser pragmáticos en vez de esperar a que el Espíritu de Dios use la Palabra de Dios para hacer la obra de Dios, usando las palabras de David Jackman.
Solo tengo dos críticas del libro: (1) no es exhaustivo (de hecho, hay una continuación en inglés, que se llama “The Vine Project”), y (2) a veces suena que hablan acerca del enrejado como que si fuera algo malo. No es así, y esa no fue la intención de los autores. El enrejado es necesario y solo es malo si domina a una iglesia, impidiendo el crecimiento de discípulos.
No exagero al decir que este libro es para cada pastor y plantador de iglesias que quiere desarrollar una cultura del discipulado dentro de su congregación. Si has sido bendecido por los libros de 9Marks, “El Enrejado y La Vid” te encantará.
El contenido de este libro tiene el potencial de transformar tu iglesia para que sea más bíblica y llena del evangelio. Cómpralo. Léelo. Toma notas. Ora por tu iglesia y por ti. Y, sobre todo, cumple tu llamado a hacer discípulos.