Lo admito: no soy un experto en Star Trek. Tan solo he visto las últimas dos películas, y aunque me parecen muy entretenidas, y llenas de cosas que pensar, no tengo interés de aprender a hablar klingon ni de discutir sobre cuál es el mejor capitán Kirk. Me imagino que muchos de los que fueron a ver estas películas piensan igual que yo. El cine es algo tan ubicuo, es decir que está en todas partes, pero a la vez la mayor parte de nosotros no ve “películas viejas” (o sea, cualquier película de antes del 2000 que no sea The Lion King). Pero no importa si eres un seguidor de la ciencia ficción o no, Star Trek Into Darkness presenta varios puntos que vale la pena discutir, sin necesidad de revelar nada para aquellos que no la han visto.
Un poco de contexto
Star Trek (o Viaje a las Estrellas) trata de los viajes de los seres humanos en un futuro lejano a los más remotos rincones del universo. En este último filme, la tierra es atacada por un terrorista que huye a los límites del espacio, y la tripulación de la Nave USS Enterprise, al mando del Capitán James Kirk y el Primer Oficial Spock, es enviada a ajusticiarlo. En esta travesía lealtades son puestas a prueba, vidas son puestas en riesgo y, pues, los buenos ganan y los malos pierden. La película se presta para grandes discusiones sobre las posibilidades de una vida extraterrestre y sus implicaciones para la fe cristiana (un tema que vale la pena abordar); pero eso no es lo que haremos. Si bien Star Trek logra presentar un universo increíblemente vasto y lleno de maravillosas criaturas, quisiera guiar nuestra atención hacia los personajes de Spock y Kirk, y a las ideologías que ambos representan.
Estoicos, epicúreos y ¿extraterrestres?
¿Qué es mejor: hacer lo correcto o hacer lo que se siente bien? Esta es una discusión muy común en nuestra sociedad, que cree que “hay cosas de la razón que solo lo entiende el corazón”. En los personajes de este filme encontramos esta misma aparente dicotomía. El capitán James Kirk es un rebelde. Un genio sin necesidad de esforzarse, de esos que no estudian para los exámenes pero sacan mejor nota que tú. Debido a que le da rienda suelta a sus pasiones, muchas de sus decisiones son inmorales y egoístas, pero la película nos deja ver que por dentro “él es un hombre bueno”.
Y no le va mal: es el capitán de la nave más codiciada de la federación, tiene mucho éxito y aprobación entre su tripulación, y al final es el que termina salvando el día. Aunque aparentemente esté siempre dispuesto a hacer el bien, su búsqueda de placer hace que se comporte de manera egoísta y egocéntrica. Si estuviéramos en la Atenas de Hechos 17, Kirk estuviera del lado de los filósofos epicúreos, quienes entendían que encontrar el placer al evitar el sufrimiento era el propósito máximo del hombre.
Por su parte, Spock estaría más del lado de los filósofos estoicos. Calculador, orientado a las tareas, con un alto sentido de moral y dignidad, Spock resulta ser la voz de la conciencia de Kirk. Al ser mitad vulcano, una raza caracterizada por su uso de la razón y la lógica y su supresión de las emociones, sus análisis resultan invaluables para el éxito de la misión, y es reconocido como un genio por todos los que lo tratan. Pero al tratar de suprimir todo tipo de sentimientos, este personaje da la impresión de ser siempre frío y de no sentir ningún tipo de afecto por los que le rodean, llegando a comportarse de manera egoísta. Creo que al ponerlo en palabras es fácil distinguir cuál de los dos está en lo correcto, ¿cierto? Entonces… ¿cuál de los dos está bien? ¿Seguimos a nuestro cerebro o a nuestro corazón?
Un mejor camino
La verdad es que a la luz de la cosmovisión bíblica, ¡ninguno de los dos está en lo correcto! Pongámoslo en términos cotidianos: Te acabas de mudar y tienes dos opciones para congregarte. El pastor de la primera iglesia es un increíble teólogo, de esos que llegan a conclusiones profundas sobre los versículos difíciles y que usan palabras como “Unión Hipostática” o “El Tetragrámaton”. Sin embargo, nunca se interesa por los miembros de la congregación. Escuchas un sermón con mucho contenido, pero con poca pasión. Sientes que el hombre tiene profundidad, pero no la comparte con nadie.
Pareciera que solo le importan los libros y no las personas; la razón sin corazón. Te vas a la segunda iglesia, donde el pastor es un hombre del pueblo. Ahí no hay tiempo para meditar en un pasaje: cada mensaje es una montaña rusa llena de emociones. Se puede notar que él no se sienta a preparar el sermón porque anda repitiéndose cada cuatro oraciones. ¡Pero de verdad que se emociona! ¡Y te emociona a ti! Y a la hora de preguntarle sobre la doctrina de la predestinación sabes que él no lo ha pensado mucho porque solo te responde: “Tranquilo, Dios sabe”. Tienes con quien compartir, pero no encuentras profundidad en sus meditaciones. ¿Qué haces? De una manera sutil, Star Trek te hace ver que ambas partes son necesarias. Lo que encontramos en estos dos hombres son dos monedas de una sola cara, pero en la misma película podemos ver que para que la misión sea un éxito Spock tiene que actuar como Kirk y viceversa. Pero me pregunto, ¿no es posible tomar decisiones correctas que se sientan bien?
Según las Escrituras, “hacer lo que diga al corazón” no es una buena idea, porque: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? (Jeremías 17:9). Pero la mejor opción no es ir detrás de sabiduría o conocimiento: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Si alguno cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como debe saber” (1 Corintios 8:1b, 2). No se supone que el hombre de Dios sea solo lógico o solo emocional. No tenemos que elegir entre la profundidad y las emociones, ni entre hacer lo correcto o hacer lo que se siente bien. Lo profundo emociona, y lo correcto se siente bien. Si no es así, no nos estamos acercando correctamente a la verdad. Los discípulos en el camino a Emaús dan testimonio de esto cuando: “se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32). Encontrarnos de frente con las enseñanzas de nuestro Señor deben afectar nuestros corazones; pero deben ser pensadas en un primer lugar. Meditar en el sacrificio de Jesús en la cruz por un pecador como yo me hace saltar el corazón; pero no tuviera el mismo efecto sino es por que entiendo (¡con la razón!) lo pecador que soy, y he podido entender un poco de lo hermoso que es Cristo.
El cristianismo es importante no porque se siente bien, sino porque es verdad. Y la verdad es un concepto que debemos pensar, aunque se sienta bien. Es posible que nuestras emociones nos engañen, por lo que debemos confiar en aquello que nuestro cerebro ya sabe. Pero de ninguna manera debemos vivir ignorando lo que sentimos, porque nuestras emociones son termómetro que nos dicen cómo andamos. Dios nos creó para pensar y para sentir, y debemos amar a Dios con nuestros pensamientos y con nuestros sentimientos: Lucas 10:27 Respondiendo él, dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU FUERZA, Y CON TODA TU MENTE, Y A TU PROJIMO COMO A TI MISMO. Entonces Jesús le dijo: Has respondido correctamente; HAZ ESTO Y VIVIRAS. Y cuando no podamos, nuestros corazones descansan en la verdad de Jesucristo.