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Uno pensaría que un libro con el término «teología» en su título tiene una orientación más técnica o profunda de lo normal. Sin embargo, es agradable encontrar títulos como Teología del corazón (B&H Español, 2024), el cual contiene un equilibrio entre la enseñanza teológica que comparte y su aplicación práctica. De hecho, el mismo autor —Tony Segar, director de la biblioteca digital Logos en español— explica por qué un libro como este tiene sentido y aspira tener relevancia para la iglesia cristiana actual.

Con este libro busco proveer una modesta contribución a la teología de la experiencia cristiana. Dicho de otra manera: a la teología del funcionamiento del hombre interior. Según la Biblia, el epicentro de esta teología se encuentra en el corazón (p. 8).

Actualmente, curso una certificación en consejería bíblica que requiere de estudiar el corazón como el centro de las decisiones y la voluntad. Reconozco que hay buenos libros disponibles al respecto, pero Teología del corazón tiene algo que lo hace especial. Me refiero a una confluencia de conocimiento y aplicación práctica, unidos por la belleza de su redacción.

Teología del corazón

Teología del corazón

B&H Español. 208 páginas.
B&H Español. 208 páginas.

El corazón y no la mente

El libro está dividido en tres partes: la primera establece la definición y la importancia de lo que entendemos por «corazón»; la segunda hace un extenso recorrido bíblico para mostrarnos el marco del corazón en la historia de Israel; el resto del libro provee una aplicación práctica para ayudarnos a entender nuestro propio corazón.

Segar comienza su tesis con la declaración de Salomón: «Con toda diligencia guarda tu corazón, / Porque de él brotan los manantiales de la vida» (Pr 4:23). Al mismo tiempo, contrasta cómo el rey más sabio de Israel descuidó su corazón y cayó en pecado.

Al vivir en una época provista de acceso a libros de teología, comentarios y seminarios bíblicos, el temor de Segar es que olvidemos lo que realmente significa vivir la vida cristiana y no solo «saber» cómo se vive.

La sabiduría no consiste en datos que llenan las neuronas. Comienza por la mente, pero termina en el corazón; su fin no es la información, sino la transformación que infunde salud (p. 15).

Segar argumenta, de manera sólida, sobre el replanteamiento de lo que entendemos por «corazón» y en contra del mero cultivo de la mente. Por momentos, esto se expresa con una tensión tan marcada que puede llevar a cristianos que disfrutan del estudio a rechazar por completo el argumento. A la misma vez, la aparente contradicción entre mente y corazón podría desalentar el estudio en otros cristianos que cuentan con menor preparación teológica.

Sin embargo, a lo largo del libro queda claro que el autor no menosprecia el cultivo del conocimiento. Más bien, quiere mostrarnos que el corazón, como es entendido en la Palabra, abarca también las facultades de la mente y la voluntad.

En sus significados abstractos, «corazón» se convirtió en el término bíblico más rico para la descripción de la totalidad de la naturaleza interna o inmaterial del hombre. En la literatura bíblica, es el término más utilizado para las funciones de la personalidad inmaterial del hombre, así como el término más inclusivo para ellos, ya que, en la Biblia, prácticamente todas las funciones inmateriales del hombre se atribuyen al corazón (p. 25).

Todo ser humano necesita nuevos ojos

Uno de los planteamientos más interesantes de Segar es que necesitamos ser regenerados por el Espíritu para poder ver realmente nuestro corazón desde la perspectiva de Dios (1 Co 2:14).

Ahora bien, Segar no solo nos deja con una invitación a profundizar en las implicaciones de esto, sino que además en la segunda parte del libro nos acompaña a entender cómo orientar nuestro corazón en dirección a Su Creador. En esta sección, el autor propone cómo practicar los medios de gracia que Dios ha provisto para que entendamos mejor Su diseño para nuestro corazón y cómo guardarlo conforme a Su voluntad y propósitos (Pr 4:23).

Por ejemplo, el autor presenta pasos claros para conocer nuestro corazón por medio de preguntas retadoras que nos llevan a anotar los hallazgos revelados por la oración, la Palabra y la providencia de Dios; registrar los hallazgos revelados por las pruebas; escribir el índice de hipocresía que pueda haber en tu vida e identificar los pecados que pueden estar escondidos detrás de nuestras aparentes virtudes espirituales, entre otros.

Una tarea de toda la vida

Si tomamos estos consejos, este libro pasará de ser un título que se consume en algunos días a un recurso de análisis del corazón en el que podremos pasar mucho tiempo, quizá volviendo a sus páginas cada tanto para evaluar el estado de nuestros corazones.

Pero ¿de qué serviría conocer nuestro corazón si somos incapaces de «guardarlo»? Segar nos recuerda que el corazón es engañoso debido a nuestro pecado y se resistirá constantemente, lo cual nos hace presa de sus artimañas.

Aprendamos que el corazón regenerado es un aliado, pero no incondicional. Pues si bien el corazón del viejo hombre ya no controla nuestra vida, el pecado ha sido derrocado pero no erradicado, e incesantemente busca reorganizar una resistencia para recuperar la supremacía que perdió (p. 182).

Consciente de esto, el autor nos muestra aplicaciones prácticas para conseguir mantener nuestra atención en el Dueño del corazón y Su Palabra, al orar por gracia para tratar con nuestro corazón, proteger el corazón de brotes de pecado, practicar los dones espirituales, exponer el corazón a la predicación y cultivar relaciones edificantes, entre otros.

Una reflexión personal

Mi formación cristiana fue predominantemente emocional y legalista. Por eso mi corazón estaba amedrentado por mi incapacidad de cumplir la ley de Dios y mi mente nublada por las emociones. Por la gracia de Dios, ahora pertenezco a una iglesia local que predica la Palabra fielmente y que promueve la práctica del conocimiento bíblico adquirido.

Sin embargo, considero que con el aumento de los recursos teológicos para nuestro aprendizaje en muchos círculos cristianos, también se ha reducido la autoexaminación de la vida cristiana. Creo que esto se debe en parte a que privilegiamos el conocimiento, pero olvidamos lo importante de que la mente se conecte con el corazón para pasar luego a la acción.

Teología del corazón es una carta abierta a la iglesia de hoy para volver nuestros corazones a Su Creador, porque de ellos mana por gracia la vida que da gloria a Dios. Esto va en línea con la misión que el mismo autor se propuso:

Espero que este libro logre esta doble misión: primero, descubrir el tema clave para conocerte a ti mismo como Dios te conoce; segundo, hacerlo de tal manera que sea teología que encienda corazones en la iglesia y no solo ilumine las frías aulas de la erudición (p. 10).

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